Franca Sozzani, la "papisa de moda" que quería conocer al Papa
Si no le interesa la moda, es posible que nunca haya oído hablar de ella; sin embargo, si es un amante de la moda, es poco probable que su nombre le haya pasado desapercibido: Franca Sozzani, redactora jefe de Vogue Italia, reinó sobre el gusto y la moda durante décadas. Pero, sobre todo, la mujer conocida principalmente por sus frecuentes visitas a pasarelas y desfiles se convirtió a la verdadera fe unos meses antes de su muerte, mientras contemplaba la Sábana Santa. Su hijo contó la historia: en 2016, cuando se exponía el sudario de Cristo, él la acompañó hasta allí. Tras contemplar el cuerpo impreso en la tela, la mujer, que sabía que estaba gravemente enferma, pidió a su hijo que la esperara: quería confesarse. Sorprendido, aceptó y esperó durante tres horas. Cuando llegó, Franca Sozzani se había transformado: lo único que deseaba era conocer al Papa Francisco para comprender la fuente de su fuerza espiritual. Por desgracia, el tiempo no estaba de su parte: murió el 22 de diciembre a consecuencia de su enfermedad, llena de fe y esperanza.
Franca Sozzani / © Shutterstock
Razones para creer:
Franca Sozzani procedía de un mundo conocido por su superficialidad y su moral disoluta: no había indicios de su conversión total e instantánea al cristianismo.
La conversión de Franca Sozzani se desencadenó al contemplar la huella que el cuerpo sufriente de Cristo dejó en su mortaja.
Inmediatamente después, se confesó para reencontrar la plena comunión con Cristo y su Iglesia. Según su hijo, esta confesión la transformó visiblemente y le trajo una paz duradera.
Desarrolló un auténtico amor filial por el Papa, unido a una admiración sin límites.
Deja este mundo con el alma más tranquila, sabiendo que la muerte es un retorno a Dios. Pidió que en la misa de su funeral se leyeran las siguientes palabras: "Mejor el día de la muerte que el día del nacimiento" (Qo 7,1).
Resumen:
Nacida en Mantua en 1950, Franca Sozzani se desplazó mucho durante su infancia, siguiendo las peregrinaciones profesionales de su padre, ingeniero. Pero fue en Milán, capital italiana de la moda, donde pasó la mayor parte del tiempo. Tras estudiar Letras en la Universidad Católica del Sagrado Corazón, se introdujo muy joven en el mundo de la moda, aprendiendo el oficio de periodista especializada y trabajando para varias cabeceras internacionales.
A los treinta y siete años fue nombrada redactora jefe de la versión italiana de la famosa revista Vogue. Era todo un reto: el título gozaba entonces de muy mala salud y había que renovarlo todo. Franca Sozzani hizo un trabajo maravilloso, dedicándose en cuerpo y alma a su revista, que acabó atrayendo a los mejores diseñadores y modelos del mundo. Poco a poco, se convirtió en una leyenda del sector, sobre todo al publicar en 2008 un número en el que sólo aparecían supermodelos negras.
Casada varias veces, tuvo un hijo con el director del Club Med italiano. Fue este hijo, Francesco, quien la acompañó un día de 2016 a ver la Sábana Santa expuesta en la catedral de Turín. Él mismo relató este extraordinario momento en el documental que dedicó a su madre, Franca: caos y creación. Lo que podría haber sido una simple excursión turística, o un ejercicio de curiosidad por ese lino que aún desafía a la ciencia y a la razón, se convirtió en un momento crucial de conversión. Ella, la rubia larguirucha de cabellos irreconocibles, ella, la papisa de moda, la gran dama del ambiente, se convierte de repente en una niña pequeña ante el rostro y el cuerpo del Señor impresos de forma milagrosa.
Cuando pide la confesión, su hijo piensa al principio que se trata de una broma. Luego, cuando tuvo que esperar tres horas mientras ella recibía el sacramento de la reconciliación, pensó que era una broma de mal gusto. Pero entonces ella le dice: "A veces, en la vida, quieres mirar dentro de ti". Y añade: "Manzoni entró una vez en una iglesia, y eso bastó para convertirle" . Manzoni fue un famoso escritor italiano del siglo XIX que, como Claudel, se convirtió de repente en una iglesia. Ella misma, le diría a su hijo tiempo después, se convirtió en ese momento, de golpe.
Esta conversión, tan profunda como deslumbrante, le dio una fe viva que la acompañaría a través del cáncer que ya había empezado a corroerla y que la mataría unos meses más tarde. Deja tras de sí el recuerdo de una mujer de fuego, tan ardiente en su profesión como en su nueva esperanza.
Jacques de Guillebon es ensayista y periodista. Colabora con la revista católica La Nef.