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Des miracles étonnants
n°157

Ciudad del Vaticano

30 de octubre de 1950

Pío XII y el milagro del sol en el Vaticano

Los días 30 y 31 de octubre de 1950, y los días 1 y 8 de noviembre siguientes, el Papa Pío XII (1876-1958) fue testigo en cuatro ocasiones, durante sus paseos por los jardines privados del Vaticano, de un fenómeno profundamente conmovedor: rodeado de un halo luminoso, el sol comenzó a girar sobre sí mismo, de manera similar al milagro del 13 de octubre de 1917 en Fátima.

El Papa Pío XII en la década de 1950 / © CC0/wikimedia/Joachim Specht
El Papa Pío XII en la década de 1950 / © CC0/wikimedia/Joachim Specht

Razones para creer:

  • Se ha desenterrado un documento de los archivos privados Pacelli (apellido de Pío XII) que ofrece un relato de primera mano de los hechos. Se trata de una nota manuscrita escrita a lápiz en el reverso de una hoja mecanografiada, en la que Pío XII relata el fenómeno en primera persona, de forma extremadamente objetiva, sin adornos ni añadidos de ningún tipo.

  • Desde un punto de vista moral, es difícil imaginar al Papa Pío XII inventando semejante escenario, cuyo aspecto "sensacionalista" parece chocar frontalmente con la prudencia teológica que ha mostrado repetidamente hacia los fenómenos místicos.

  • Pío XII se mantuvo muy discreto sobre este fenómeno: al principio guardó estos acontecimientos para sí mismo y al final se los confió a muy pocas personas. Además, nunca se refirió a lo que había visto como una "revelación" divina, sino como una verdadera experiencia visual, cuyo significado y alcance quiso prudentemente no precisar. Esta actitud humilde y sobria demuestra que no buscaba llamar la atención ni obtener beneficio personal alguno.

  • En 1950, Pío XII gozaba de buena salud, de mente y cuerpo sanos: nunca había experimentado un episodio alucinatorio o delirante, no estaba sometido a ningún tratamiento médico, no tomaba sedantes ni antidepresivos, y no consumía bebidas alcohólicas.

  • Durante toda la duración del fenómeno, tanto antes como después, no se encuentran en un estado de conciencia modificado o alterado: siguen siendo conscientes de lo que ocurre y no tienen ninguna dificultad para medir la duración del fenómeno o su localización en el espacio.

  • La fecha del fenómeno no es insignificante: la danza del sol en los jardines vaticanos tuvo lugar la víspera de la proclamación del dogma de la Asunción de la Virgen María (el 1 de noviembrede 1950, con la asistencia de 800 obispos de todo el mundo).

  • La descripción del fenómeno recuerda el milagro del sol en Fátima (13 de octubre de 1917). Las relaciones de Pío XII con este milagro son variadas. Fue ordenado obispo el 13 de mayo de 1917, día de la primera aparición de Fátima; después siguió de cerca a Sor Lucía, una de las tres videntes de Fátima, y accedió varias veces, a petición suya, a consagrar Rusia a la Virgen María: el 31 de octubre y el 8 de diciembre de 1942, el 7 de julio de 1952 y el 11 de octubre de 1954 (encíclica Ad caeli Regina).

  • En la época de los cuatro prodigios en el Vaticano,laestatua peregrina de Nuestra Señora de Fátima se encontraba en las cercanías de Roma.

  • Más allá de la persona de Pío XII, todas las personas que han comentado el fenómeno son de absoluta confianza. El cardenal Federico Tedeschini, por ejemplo, el primero en ser informado de los hechos, no fue el primero en dar la cara: colaborador personal del papa Benedicto XV, nuncio apostólico en España y luego en Perú, era un hombre honrado por la confianza de dos papas sucesivos.

Resumen:

El 30 de octubre de 1950, hacia las cuatro de la tarde, el Papa Pío XII paseaba por los jardines privados del Vaticano, donde solía ir a rezar y reflexionar. Estaba solo. Era un día soleado. Mientras caminaba, consultaba algunas cartas oficiales.

Cuando llegó a la plaza Notre-Dame-de-Lourdes, se dirigió a lo alto de la colina. Poco después, cuando acababa de entrar en una callejuela a la derecha que bordea la muralla de la ciudad, levantó la vista hacia el sol. Describe lo que sucedió a continuación: "Me sorprendió un fenómeno nunca visto. El sol, que estaba todavía bastante alto, tenía el aspecto de un globo amarillo, rodeado de un halo de luz que, aunque me impedía mirarlo con naturalidad, no me hacía sentir la menor molestia. Delante de él había una pequeña nube, una nube muy ligera. El globo opaco se movía lentamente, girando sobre sí mismo o desplazándose de izquierda a derecha y viceversa. En el interior del globo se veían clara y continuamente convulsiones muy fuertes". Añadió, seguro de no haber sido víctima de una ilusión óptica, y menos aún de una alucinación: "Esta es, en términos breves y sinceros, la pura verdad."

El Papa no se apresuró a relatar lo que acababa de vivir. Como de costumbre, terminó la jornada en su despacho, donde tuvo una serie de reuniones y lecturas. Le esperan otros imperativos: al día siguiente, debe proclamar públicamente el dogma de la Asunción de la Virgen María.

El 31 de octubre, tomó el mismo camino que había recorrido en su paseo vespertino del día anterior. El fenómeno del sol se repitió idénticamente: misma duración, misma intensidad. El Papa mantuvo un silencio absoluto.

Vioal sol cambiar de aspecto dos veces más: el 1 de noviembre, y una última vez la semana siguiente, el 8 de noviembre, siempre en los jardines vaticanos. "Después, nada".

Los días siguientes, hacia las cuatro de la tarde, Pío XII intentó "varias veces [...] mirar al sol para ver si aparecía el mismo fenómeno, pero en vano; no podía mirarlo, ni siquiera un instante, mis ojos se deslumbraban inmediatamente".

La primera mención de estos hechos fue hecha por el Cardenal Federico Tedeschini durante una homilía en octubre de 1951 en Fátima, con ocasión de la clausura de las celebraciones del Año Santo. Pío XII se lo confió en una fecha aún desconocida, quizá en la primavera de 1951, o incluso antes, según algunos: el Papa habría contado el fenómeno sólo a un grupo de cardenales, entre ellos Tedeschini. Tedeschini era un hombre de confianza del Papa (y de sus predecesores, Benedicto XV y Pío XI), un experimentado canonista que conocía perfectamente la tradición de la Iglesia en materia de revelaciones privadas.

Otra persona de la casa privada del Papa también dio su testimonio: "Pío XII estaba muy convencido de la realidad del fenómeno extraordinario, del que había sido testigo muchas veces", explica Sor Pascalina Lehnert, ama de llaves del apartamento papal.

Patrick Sbalchiero


Ir más lejos:

René Laurentin y Patrick Sbalchiero, "Pío XII", en Dictionnaire des apparitions de la Vierge Marie, París, Fayard, 2007, p. 732-733.


Más información:

  • J. Dos Santos, A Mensagem de Fatima e os papas, Cucujaes, 1986, p. 57-61.
  • Aura Miguel, Enquête sur un pontificat bouleversé par la révélation de Fatima, París, 2000, p. 60-61 y 72.
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