Manouchak, operado por San Charbel

Resumen:

El padre Luis Matar, archivero de los milagros de San Charbel en todo el mundo, conserva y transmite este testimonio. El padre Luis es el único monje vivo que presenció la "gran exhumación" de 1950, la segunda apertura oficial del féretro del santo, con vistas a su beatificación, aunque la causa estaba sometida a Roma desde 1927.

De niño, junto a su padre y todos los representantes oficiales, civiles y militares, del Líbano y de Roma, nunca olvidará la emoción y el fervor que rodearon los restos del monje, muerto y enterrado desde 1998, pero todavía intacto en su hábito monástico. Un exudado rosáceo, ya observado en 1927, siguió extendiéndose hasta llenar el fondo del ataúd. El cuerpo estaba intacto, los músculos flexibles y el rostro cubierto por un velo que lo dejaba ver como la Sábana Santa.

Fue este momento único el que decidió la vocación del padre Luis. En 1966, al final del Concilio Vaticano II, tras un proceso que había durado cuarenta años, el Papa Pablo VI proclamó la beatificación del "siervo de Dios" en los siguientes términos: "A partir de ahora, permitiremos que se dé el título de Beato al Venerable Charbel Makhlouf". La alegría fue inmensa en todo el Líbano y en la cristiandad de Oriente Medio.

El padre Luis estaba entonces en el seminario. Esperaría otros doce años para ver su modelo de santidad oriental canonizado por una Iglesia católica romana que redescubría a los santos del desierto y preveía la renovación del eremitismo. San Chárbel se convirtió para siempre en el representante de las Iglesias orientales y de su alta y hermosa tradición monástica. Esto es lo que el padre Luis Matar nos recuerda y testimonia incansablemente cuando vamos a su encuentro en su monasterio de Annaya. En su pequeño despacho del monasterio, donde miles de personas milagrosas han venido humildemente a hablar de sus sufrimientos y a dar testimonio de las gracias recibidas, el padre Luis oye, escucha y comparte. Ya nada le sorprende.

Cuando Manouchak vino a presentar su expediente y sus certificados, el padre Luis le dijo simplemente lo que dice a cada persona milagrosa: "Has creído, es decir, has sido "gratificada". No tienes ningún mérito inicial, pero has seguido el camino correcto. Has confiado en la verdad de Jesús y de su Evangelio, y si no has comprendido todas estas verdades de fe, has aceptado sus misterios.

Pues los misterios no son verdades que van contra la razón, sino verdades que van más allá de la razón. El verdadero creyente es aquel que está abierto a todas las posibilidades, preparado para todas las sorpresas, y se entrega a ellas. San Chárbel ofreció el mundo a Dios. Como San Pablo, completó en su carne lo que faltaba a los sufrimientos de Cristo. Contempló al crucificado y comprendió, como se dice en Oriente, que la cruz era su trono, los clavos su ornamento, las espinas su corona. Pero Jesús demostró que tras la crucifixión venía la resurrección.

Manouchak, fuiste crucificada en tu carne y en tu alma, pero tu resurrección está ahí para dar testimonio del amor de Dios que San Chárbel rezó por ti y contigo".

El padre Luis añadió que la aparición de Santa Rafka no era algo habitual. Si la vio en sueños conduciéndola a San Chárbel, que la esperaba, puede deberse a que Santa Rafka hizo su profesión solemne en la misma orden maronita libanesa y fue canonizada por la Iglesia para poner de relieve el misterio del amor entregado y aceptado para la gloria de Dios y la salvación del mundo. Pero es sobre todo porque Santa Rafka protege y vela por los que conocen el sufrimiento -todo el sufrimiento- porque ella no se salvó en su vida monástica. "Es una gran gracia contar con el apoyo de los dos mayores santos libaneses" concluye el padre Luis con una sonrisa.

A los dieciséis años, en 1844, el joven Youssef Makhlouf, futuro san Chárbel, pastor en las montañas del norte del Líbano, tuvo un extraño encuentro entre dos cedros a 1.600 metros de altitud: Un ermitaño se le apareció inesperadamente y le dijo: "Cuando la paz de Cristo descienda sobre ti y arraigue, llevarás su paz a los demás; les curarás de sus sufrimientos, de su angustia de vivir y de sus dudas. El poder de la oración ardiente es mucho más fuerte que los remedios humanos y las fuerzas terrenas. Ve, hijo mío, y piensa en lo que he venido a decirte".

Ir más lejos:

Ernst Josef Görlich y Jean-Claude Antakli, L'Ermite du Liban. Vie prodigieuse de saint Charbel Makhlouf, Éditions du Parvis, 2018.

Más información:

• Geneviève y Jean-Claude Antakli, Dieu existe. Ses merveilles étincellentent sous nos yeux, Éditions du Parvis, 2020.
• Jean-Claude Antakli, Le silence de Dieu, Éditions du Parvis, 2012.
• El artículo de 1.000 Razones para creer sobre San Chárbel.
• Vídeo de Arnaud Dumouch: La vie de saint Charbel Maklouf, celui qui passe son éternité à guérir sur la terre.