Conoció a Jesús mientras buscaba a Mahoma

Al Fadi, originario de Arabia Saudí, había pensado inicialmente en unirse a la yihad bajo la bandera de Osama Bin Laden, a quien admiraba profundamente. Siguiendo el consejo de sus padres, decidió en cambio ir a Estados Unidos para terminar sus estudios y fomentar las conversiones al islam, con el fin de complacer a Alá y ganarse un lugar en el paraíso. Pero gracias a su contacto con los cristianos, Al Fadi descubrió la fe cristiana y las profundas transformaciones que Jesús provoca en la vida de los creyentes. A través de su investigación teológica y sus experiencias personales, Al Fadi se fue dando cuenta poco a poco de la verdad de la fe cristiana, desafiando sus convicciones iniciales.

Emna Mizouni, CC BY 3.0, vía Wikimedia Commons

Razones para creer:

Al Fadi era un ferviente musulmán. A los dieciséis años había memorizado la mitad del Corán y dirigía las oraciones en la mezquita.
Al Fadi procedía de una familia acomodada. No emigró a Estados Unidos por motivos económicos; sus intenciones eran claras: traer a "malhechores" al Islam.
La conversión de Al Fadi al cristianismo se basó en parte en consideraciones intelectuales: buscando reforzar su fe musulmana, Al Fadi pasó seis meses analizando en profundidad los fundamentos del islam y el cristianismo, comparando el Corán y la Biblia. Durante su estudio, se dio cuenta de que varios hechos históricos contradecían lo que se decía de Jesús en el Corán. Al leer la Biblia, Al Fadi se encontró cara a cara con la verdadera persona de Jesús, que le impactó.
Su conversión también se basó en su experiencia del cristianismo, en particular de la benevolencia, el amor y la rectitud que practicaban a diario los cristianos que conoció: "Me sentía un enano espiritual comparado con ellos, que me faltaba algo".
Al Fadi estaba apegado a su cultura saudí; su conversión y su exposición mediática se produjeron al precio de la muerte social en su país de origen.
Décadas después, Al Fadi sigue siendo misionero y viaja por Estados Unidos y el mundo para proclamar el Evangelio. No se trató de un giro espiritual temporal, sino de una conversión profunda y definitiva.

Resumen:

Al Fadi creció en Arabia Saudí. Musulmán ferviente desde muy joven e imbuido de estrictas enseñanzas islámicas, se sentía privilegiado por haber nacido en el corazón del Islam. El temor a Alá le marcó desde pequeño: aterrorizado por el juicio de Alá y el infierno, Al Fadi comprendió rápidamente que su salvación dependía de acumular buenas acciones.

Guiado por la creencia de que las oraciones, las donaciones a los pobres, el ayuno y la yihad eran formas de aumentar sus posibilidades de entrar en el paraíso, desarrolló una admiración por Osama bin Laden, su héroe, desde los quince años. Al Fadi se planteó entonces la yihad en Afganistán. Memorizó la mitad del Corán, que era capaz de recitar de memoria, y a los dieciséis años le permitieron dirigir las oraciones en la mezquita.

Sus padres frenaron sus planes de unirse a Osama bin Laden en Afganistán y le instaron a continuar sus estudios en Estados Unidos. Al principio, se mostró reacio a ir a "tierra de bellacos", pero acabó aceptando, pues lo veía como una oportunidad para convertir a los estadounidenses al islam y ser recompensado por Alá. Así que salió de Arabia Saudí con este objetivo en mente, manteniendo firmemente consigo su fe musulmana.

Una vez en Estados Unidos, Al Fadi fue acogido por una familia cristiana en el marco de un programa para estudiantes extranjeros. Este cálido contacto fue el catalizador de una desconcertante reevaluación de sus convicciones. Al Fadi descubrió, por ejemplo, que lo que le habían enseñado sobre la falsificación de la Biblia era inexacto. La imagen de Jesús que le habían presentado como parte de su fe musulmana también se contradecía con los datos históricos. "Me enseñaron que su Biblia está corrompida. Sin embargo, me sentía un enano espiritual comparado con ellos, que me faltaba algo". Imaginó que, en el libro en el que siempre había confiado, el discurso musulmán sobre Issa (Jesús en árabe) estaba en realidad alterado, al igual que los acontecimientos de la vida de este último. Esta constatación marcó el inicio de un profundo cambio en sus creencias.

Al Fadi se sintió desconcertado no sólo teológicamente, sino también en términos de valores humanos : "Fue muy desconcertante para mí porque me preguntaba de dónde habían sacado ese valor moral". Contrariamente a la imagen que tenía de los occidentales, la fe vibrante, el fervor espiritual y la rectitud moral que demostraban los cristianos que conoció fueron fuente de asombro e inspiración.La bondad y el amor practicados a diario por esta familia sacudieron los prejuicios de Al Fadi, llevándole a cuestionar su fe musulmana: "Ya me había dado cuenta de que el islam quizá no era la religión que yo había creído que era". Estas profundas dudas sacudieron sus convicciones, pero Al Fadi decidió perseverar en el Islam.

Sus convicciones flaquearon tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, perpetrados por los yihadistas de su héroe Osama bin Laden. Conmocionado por la magnitud de los crímenes, Al Fadi suspendió su práctica religiosa durante un tiempo.

Al Fadi emprendió entonces un análisis en profundidad de los fundamentos del islam y el cristianismo. Motivado inicialmente por poner de relieve los supuestos defectos del cristianismo, se sumergió en un estudio comparativo de las vidas de Jesús y Mahoma, buscando fortalecer su fe musulmana. Sin embargo, tras seis meses de intensa investigación, sus esfuerzos desembocaron en una revelación inesperada: Al Fadi se había enamorado de Jesús. "Miré el Corán y lo comparé con la Biblia. Examiné la persona de Cristo y, al cabo de seis meses, me enamoré de este Jesús. No pude resistirme a las pruebas irrefutables, a la convicción del Espíritu Santo en mi corazón y al mensaje evangélico que seguía escuchando. El Dios de la Biblia me amaba y había enviado a su Hijo a morir por mí. El Dios del Corán nunca hizo eso por mí. El Espíritu Santo simplemente me dio el valor para arrodillarme, rezar y pedirle que se convirtiera en mi Señor y Salvador. Qué inmenso alivio, porque nunca antes había sentido tanta libertad como en aquel momento".

Al Fadi recuerda la declaración que hizo aquel día: "Te amo, Señor, por seguirte, pero no siento ninguna presión por tu parte para hacer cosas, porque ya lo has conseguido todo para mí".

Pascal Joran, apologista del sitio web www.veritedelafoichretienne.fr.

Más allá de las razones para creer:

La profunda coherencia del cristianismo, impregnada de riqueza y belleza espirituales, trasciende las fronteras culturales y temporales. Esta cautivadora visión de la vida, apoyada en poderosos argumentos teológicos, ha ejercido una notable influencia, atrayendo a personas de toda condición, incluidas las de tradición musulmana.

La fe cristiana, como faro espiritual, se revela en las vidas transformadas de sus seguidores, actuando como espejo de Cristo. Estos testimonios vivos, que reflejan la luz de la fe, pueden conmover profundamente a quienes tienen un corazón abierto, trascendiendo las diferencias culturales y religiosas. La universalidad de esta experiencia cristiana atestigua su fuerza intrínseca y su atractivo para todos aquellos que buscan una comprensión coherente y profunda de la espiritualidad.

Ir más lejos:

El libro de Nabeel Qureshi, À la recherche d'Allah, j'ai trouvé Jésus (Buscando a Allah, encontré a Jesús), Éditions L'Oasis, 2016: una biografía de un ex musulmán devoto convertido en apologista cristiano, cuyo ministerio ha convertido a miles de musulmanes al cristianismo.