Annaya (Líbano)
9 de octubre de 2018
El cáncer de Maya, curado en la tumba de San Chárbel
Maya Sami Francis, nacida en 1981, madre de tres hijos, emigró del Líbano a Pensilvania, donde vive. En 2016 le diagnosticaron un cáncer de mama operable. Tras la operación, San Chárbel, a quien había rezado fervientemente, se le apareció en sueños y le dijo que estaba curada. Dos años más tarde, unos dolores lumbares y cervicales insoportables, que ningún tratamiento podía aliviar, la llevaron de nuevo al hospital, donde le descubrieron metástasis óseas extendidas que habían atacado dos vértebras. Le ofrecieron una operación para aliviar el dolor, pero esa misma noche se le apareció de nuevo San Chárbel y se opuso. Ella y su marido tomaron entonces un vuelo a Líbano: aterrizaron en el aeropuerto Rafic Hariri de Beirut y, en plena noche, fueron conducidos a la tumba del venerado santo, donde ella tuvo la gracia de una curación espontánea y definitiva.
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Razones para creer:
La curación de Maya tuvo lugar ante la tumba de Chárbel Makhlouf el 9 de octubre de 2018, justo cuando se conmemoraba su canonización (9 de octubre de 1977 por Pablo VI).
Aunque Maya estaba en silla de ruedas, paralizada, consiguió levantarse, ante el asombro de todos, y unirse a la visión que tuvo de San Chárbel para arrodillarse a su lado.
Los testigos presenciales de la curación de Maya en la tumba del santo son variados: su marido, su familia y el padre Luis Matar (archivero de todos los milagros de San Chárbel en el mundo).
Tras este acontecimiento, el cáncer de Maya se curó de forma espontánea, completa y definitiva, tal y como el santo le había dicho en su visión.
El expediente médico de Maya se documentó durante dos años: el del hospital de Pensilvania, que atestiguaba la gravedad de su enfermedad, y el del hospital de Trípoli, que confirmaba su recuperación. Los intercambios entre los hospitales llevaron a la profesión médica a concluir que se había producido una "curación científicamente inexplicable".
Resumen:
En 2016, a Maya Sami Francis le diagnosticaron un cáncer de mama. Se lo extirparon en un hospital especializado de Pensilvania, y durante su convalecencia rezó fervientemente a San Chárbel, el gran santo libanés canonizado en 1977 por el Papa Pablo VI en la Basílica de San Pedro de Roma.
Durante su vida, se decía que San Chárbel estaba "borracho de Dios", tantoen su vida monástica como en su vida eremítica en la pequeña ermita aislada de Saints-Pierre-et-Paul, a dos pasos del monasterio de Saint-Maron d'Annaya, donde, en silencio, aislamiento y oración, permaneció durante veintitrés años, con el corazón enteramente entregado al amor de Cristo, hasta su muerte, el 24 de diciembre de 1898, durante la vigilia de Navidad.
Una noche, en sueños, el santo, reconocible por su capucha negra, sus ojos bajos y su barba blanca, se apareció a Maya, que seguía rezándole con el mismo fervor de siempre. Le dijo que estaba curada. Aparte de sus parientes en Estados Unidos, Maya no ha contado a ningún miembro de su familia libanesa en su país su intervención ni el indulto que ha recibido. Está esperando volver al Líbano para dar las gracias al santo en Annaya, en su tumba, donde se le venera. Sin embargo, los dolores cervicales y lumbares persistían, y ni los antiinflamatorios ni los tratamientos de fisioterapia los calmaban, hasta tal punto que en septiembre de 2018 fue trasladada de urgencia al hospital con principio de parálisis.
El veredicto estaba cantado: la metástasi se había extendido al hueso y dos vértebras estaban gravemente dañadas y debían ser sustituidas por prótesis metálicas, lo que obligaba a programar una operación con carácter de urgencia. Esta vez, decidió informar a su familia libanesa, y su sobrino Chárbel Francis se ofreció a apoyarla en su angustia mediante la oración. Mientras hablaban por teléfono, invocaban y rezaban juntos a San Chárbel todos los días, éste se le apareció de repente: "¡Estoy contigo y te pido que no te operes!".Maya y su sobrino, a quien contó la historia en directo, decidieron obedecer. Ella y su marido reservaron dos plazas en el primer vuelo a Beirut, en contra del consejo de la profesión médica de Pensilvania, y en particular del cirujano, que estaba convencido de que ella nunca llegaría a Líbano, ya que ese viaje pondría en peligro su vida.
El 8 de octubre despegaron de Harrisburg en un avión en el que viajaban unos cincuenta peregrinos para conmemorar la canonización de san Chárbel en el monasterio de Annaya en 1977. El estado de salud de Maya empeoró durante este agotador viaje, en el que todos rezaron con ella y por ella. En la pista del aeropuerto Rafic Hariri de Beirut, uno de los peregrinos sugirió a la pareja que se uniera a ellos en un autocar que les esperaba y que habían contratado especialmente para llevarles directamente a Annaya, donde habían reservado alojamiento.
Cuando llegaron, hacia medianoche, frente al monasterio, todas las puertas estaban cerradas. Maya, exhausta e inerte en su silla de ruedas, pidió que se pusieran en contacto con su sobrino lo antes posible para que pudiera telefonear al padre Luis Matar. Despertó al archivero, que no dudó ni un segundo, se puso la sotana, cogió el incienso y el óleo santo y se encontró fuera, junto a la cama de Maya y sus amigos, rezando a los pies de la estatua de San Chárbel.
Justo cuando el padre Luis iba a bendecir a esta mujer en silla de ruedas, a la que no conocía, San Chárbel, silencioso y contemplativo, se apareció a Maya por tercera vez. Ella se levantó para ir hacia él, tropezó, caminó, se arrodilló, movió los brazos y las piernas sin dificultad y, ante la mirada atónita de sus amigos peregrinos y de su familia, que habían llegado en plena noche, cantó y bailó su felicidad y su alegría. ¡Está curada!
El monasterio estaba de fiesta y los monjes se unieron para prolongar el acontecimiento hasta bien entrada la noche. Esta curación espectacular, en el aniversario de la santificación del ermitaño Chárbel, es recordada por todos como un favor concedido por el Señor a este santo, al que tiene una ternura especial. Por ello, todos los libaneses, independientemente de su religión, recurren a él en sus tribulaciones. La historia de esta curación se conserva en los archivos del monasterio (registrados con el número 31 de 2018), donde se puede ver el expediente facilitado por el doctor David Wahbé que, en el hospital de Trípoli (capital de la gobernación del Norte, Líbano), realizó las revisiones tras la curación milagrosa de Maya. La metástasis ha desaparecido y las dos vértebras están intactas. Los intercambios de expedientes entre Pensilvania y Trípoli concluyeron por ambas partes que se había producido una "curación científicamente inexplicable".
Jean-Claude y Geneviève Antakli, escritores y biólogos.
Más allá de las razones para creer:
San Chárbel es un santo que obra milagros. La multiplicidad de curaciones y gracias realizadas por este santo patrón del Líbano, famoso en todo el mundo, asombra tanto a religiosos como a laicos. Se cuentan por decenas de miles los milagros realizados en todo el mundo. Se han registrado en todos los continentes donde está presente la diáspora libanesa. Fervientes libaneses expatriados han creado a menudo lugares de oración para venerar a este santo excepcional, sacerdote y monje ermitaño de la Iglesia maronita.
Sus apariciones, ya sean en sueños o en la realidad, son descritas por quienes las reciben con los mismos detalles precisos que las hacen inmediatamente identificables. Algunas de ellas han ocurrido incluso a personas que no le conocían. En estos casos, los familiares invocan la intercesión del santo en su favor, para que proporcione alivio físico o apoyo espiritual a sus seres queridos. Este entramado de relaciones místicas entre un mundo sobrenatural y el nuestro trasciende razas y religiones.
Ir más lejos:
Ernst Josef Görlich y Jean-Claude Antakli, L'ermite du Liban. Vie prodigieuse de saint Charbel Makhlouf, Éditions du Parvis, 2018.