La fe cristiana explica la diversidad de religiones
La diversidad de las religiones se utiliza a veces como contraargumento de la verdad del cristianismo: "Ustedes dicen una cosa, pero las demás religiones dicen otra, lo que demuestra que sólo son invenciones humanas, porque si la religión viniera de Dios, no estaría dividida". Ahora bien, la teología cristiana, en los últimos 2.000 años, ha reflexionado mucho sobre la cuestión de la diversidad de las religiones, y ha propuesto una doctrina muy convincente al respecto: la plenitud de la verdad se encuentra sólo en Cristo, pero las religiones no cristianas pueden muy bien contener elementos de esta verdad.
En efecto, sólo a través de la razón es posible saber que Dios es, pero no quién es: la intuición de Dios, antes de Cristo, se expresaba por tanto en relatos mitológicos que mezclaban lo verdadero y lo falso. Mientras que estas religiones eran un esfuerzo del hombre por ascender hacia Dios, la Revelación es el movimiento contrario: Dios se muestra al hombre. El judaísmo y el islam reconocen parte de esta Revelación (el Antiguo Testamento para el judaísmo, la existencia de una Revelación desde Abraham hasta Jesús para el islam), pero no reconocen la divinidad de Jesús, lo que explica sus semejanzas y diferencias con el cristianismo. La visión cristiana de la historia religiosa explica perfectamente la realidad.
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Razones para creer:
Desde un punto de vista lógico, la diversidad de religiones no es en ningún caso un contraargumento válido, porque, sea cual sea el tema, la diversidad de opiniones no impide que exista una verdad objetiva.
El cristianismo, que surgió del judaísmo en pleno Imperio Romano pagano, se ha enfrentado a la cuestión de la pluralidad de religiones desde su nacimiento, y en los últimos 2.000 años no ha dejado de desarrollar su doctrina al respecto.
Incluso hoy, la Iglesia católica es indiscutiblemente la institución más experta en teología de las religiones y diálogo interreligioso, muy por delante de las universidades civiles o de otras religiones.
El cristianismo no es una religión nacional, cívica o cultural: presente en toda la superficie de la Tierra, expresándose en todas las lenguas, a través de culturas muy diversas, no puede compararse en este aspecto a ninguna otra religión de la historia de la humanidad.
La religión cristiana es la única que tiene un Magisterio (una tradición jerárquica autorizada para interpretar la Revelación), y esta pretensión de verdad, que puede parecer salvajemente audaz, es de hecho una necesidad si se quiere preservar la integridad de la Revelación.
Resumen:
La existencia de una pluralidad de religiones en la humanidad suele ser pretexto para dos tipos de reacciones. Algunos sacan una conclusión relativista: todas las religiones deben ser igual de buenas, y la verdad la comparten todas por igual. Otros, por el contrario, sacan una conclusión escéptica: todas las religiones son igualmente falsas, y no hay razón para creer en una más que en otra. Pero ninguna de estas reacciones tiene una base racional. Sea cual sea el tema, la diversidad de opiniones no impide que unas se acerquen más a la realidad que otras.
Contrariamente a lo que nos quiere hacer creer el relativismo contemporáneo, es posible, hasta cierto punto, evaluar racionalmente la verdad de una doctrina religiosa. Esto es evidente en el ámbito ético: podemos estar de acuerdo, por ejemplo, en que una religión que practica sacrificios humanos es moralmente incorrecta. También es cierto en términos dogmáticos: podemos decir con certeza, por ejemplo, que los relámpagos no son en realidad los destellos de la fragua de una deidad celestial, o que la salida del sol no depende del cumplimiento de ciertos ritos, etcétera. Así pues, es posible comparar doctrinas para juzgar su credibilidad.
Un aspecto importante de esta comparación es la forma en que las distintas religiones explican la propia diversidad de religiones, así como el fenómeno del ateísmo. Una doctrina religiosa que no pueda explicar la diversidad de las religiones es claramente insuficiente para describir la realidad.
Así, si el ateísmo fuera cierto, sería necesario explicar no sólo el sentimiento religioso natural del hombre, sino también la aparición del monoteísmo y de los milagros. Esto nunca se ha demostrado de forma convincente y satisfactoria, ya que el argumento ateo suele contentarse con una psicologización injustificada del creyente. En cambio, la doctrina del pecado original, si se entiende correctamente, ofrece una explicación completa del ateísmo sin recurrir a una psicologización del ateo.
La misma comparación puede hacerse entre las propias religiones. Por ejemplo, en cierta visión musulmana de la historia, el cristianismo sólo puede explicarse por una falsificación del Evangelio revelado por Dios, lo que resulta difícilmente conciliable con la idea, defendida por los mismos, de que la palabra de Dios es infalsificable.
En cambio, la fe cristiana explica la diversidad de las religiones. Así, combinando la afirmación de la posibilidad de un conocimiento natural de Dios (Concilio Vaticano I, Constitución Dei Filius; cf. también Sab 13,5;Rom 1,20), con la doctrina del pecado original y la existencia de gracias prevenientes, se explica perfectamente la existencia de religiones mitológicas, con su mayor o menor grado de intuición correcta (la realidad no se limita al mundo visible, el hombre es un ser caído, hay vida después de la muerte, existe una moral objetiva, etc.) mezclado con el error (un mundo encantado, poblado por múltiples deidades, etc.). Del mismo modo, la aparición del monoteísmo puede explicarse, sencillamente, por la Revelación. Por último, la diversidad de los monoteísmos se explica por las diferencias que surgieron en el modo en que los hombres recibieron o no la totalidad de esta Revelación.
Así es como el Concilio Vaticano II, en su declaración Nostra Aetate de 1965, pudo decir: "La Iglesia católica no rechaza nada de lo que hay de verdadero y santo en estas religiones. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, las normas y doctrinas que, aun difiriendo en muchos aspectos de lo que ella misma sostiene y propone, reflejan sin embargo a menudo un rayo de la verdad que ilumina a todos los hombres. No obstante, proclama y está obligada a proclamar sin cesar a Cristo, que es "el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6), en quien los hombres deben encontrar la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios ha reconciliado todas las cosas."
Por último, la religión comparada muestra también que las figuras más estimadas de las tradiciones religiosas no cristianas son a menudo las más próximas al cristianismo: Gandhi expresando su admiración por las Bienaventuranzas, el místico sufí Mansur al-Hallaj alabando la religión de la cruz, etc.
Más allá de las razones para creer:
Un ejemplo divertido de esta pericia del cristianismo en relación con otras religiones puede verse en la trayectoria del profesor Dennis Gira (nacido en 1943): este gran especialista en budismo había adquirido tal dominio de su materia, y hablaba de ella con tal competencia, que muchos de sus lectores pensaban que era budista, hasta que en 2003 publicó El loto o la cruz: razones para una elección, para explicar por qué seguía siendo fiel, con conocimiento de causa, a la fe cristiana.