Ars-sur-Formans (Ain, Francia)
1786-1859
San Juan María Vianney, la gloria mundial de un cura de pueblo
Conocido ya en vida como "el Santo Cura de Ars", Juan María Vianney vivió su vocación con una energía sin igual, dando un nuevo sentido al sacerdocio tras la devastación de la Revolución. En 1818 fue enviado a Ars, donde renovó la fe de sus feligreses con su predicación, su oración y su ejemplo. Toda su vida estuvo llena de carismas extraordinarios, milagros y curaciones... Dedicado por completo a su labor pastoral, exhausto, comiendo y durmiendo muy poco, Juan María Vianney murió en Ars el 4 de agosto de 1859.
Detalle de la vidriera que representa a San Juan María Vianney, en la capilla de Notre-Dame-de-Consolation, Pierrelongue /©CC0/Torsade de Pointes
Razones para creer:
- Las manifestaciones místicas en la vida del Cura de Ars se prolongaron durante 31 años sin que nadie pusiera nunca en duda su autenticidad. Los milagros y fenómenos extraordinarios se cuentan por decenas.
- Sólo en 1859, más de 100.000 personas visitaron al santo (más de 272 al día), sin que nadie observara nunca el menor engaño, comportamiento desviado o actitud sospechosa. Un millón de personas se han encontrado con el santo en Ars.
- Desde 1786, ningún obispo ni médico ha encontrado en él el más mínimo error teológico o defecto psicológico.
- Como demuestra toda la documentación histórica, el santo era extremadamente prudente ante los fenómenos insólitos, cuyo grado de veracidad juzgaba por el lugar que otorgaban a Jesús.
- Las manifestaciones demoníacas contra su persona fueron presenciadas por numerosos testigos más allá de toda sospecha y, desde el siglo XIX, nadie ha sido capaz de proponer una explicación plausible.
- Los 187 casos de "lectura del alma" registrados en los archivos (conocimiento de los pecados antes de que el penitente haya pronunciado una palabra) son humanamente imposibles: ni psicólogo ni "mentalista", el santo tenía un nivel socioeducativo básico.
- Los documentos del proceso de canonización revelan 38 curaciones milagrosas obtenidas por intercesión del santo, entre ellas las de 12 niños: todas fueron autentificadas por las comisiones médicas.
- La Iglesia no sólo ha proclamado la santidad de Juan María Vianney, sino que también lo ha designado patrón de todos los párrocos del mundo.
Resumen:
Cuarto de seis hijos de una familia muy modesta de la región de Lyon, Juan María Vianney estuvo a punto de no ser ordenado sacerdote. Sus facultades intelectuales eran medianas, y en 1813 fue expulsado del seminario deLyon porque el aprendizaje del latín le resultaba insuperable. Gracias al apoyo de un sacerdote que los padres de Juan María habían escondido durante el Terror, pudo continuar sus estudios hasta su ordenación en 1815.
La labor pastoral que el santo llevó a cabo en pocos años fue absolutamente increíble. Decenas de miles de fieles acuden a Ars para pedirle consejo, recomendarle a un pariente o amigo, rogarle que rece por una curación, etcétera. Pero élnunca buscó la más mínima notoriedad u honor. Este trabajo diario en la parroquia no tiene nada que ver con un "trabajo" normal: el santo está presente para todos los habitantes, ¡una media de 20 horas al día! A veces confiesa durante 18 horas seguidas.
Esto es tanto más incomprensible cuanto que el santo párroco padece diversas enfermedades a las que cualquier hombre del siglo XIX habría sucumbido: pleuroneumonía, neuralgia facial, enterocolitis, dolores dentales, reumatismo, hernias, etc. A esta fragilidad de salud se añadía un estilo de vida muy rudimentario, ligado al ascetismo cristiano, que practicaba en grado sumo: una sola comida al día, generalmente a base de verduras, sueño insuficiente (una media de 2 a 4 horas por noche), falta total de comodidades (utilizaba un simple tablón como almohada), etc.
La lista de fenómenos extraordinarios relatados a lo largo de 40 años (cuando era el Cura de Ars) es asombrosa: varios milagros, 38 curaciones (todas autentificadas), profecías, lecturas de almas (decenas de ejemplos), ataques diabólicos, apariciones y mensajes de la Virgen María... Los biógrafos han subrayado con razón la intensidad y la amplitud de las manifestaciones violentas del demonio (que él llamaba el "Grappin o Garras") contra él. Ya en el invierno de 1824-1825, son numerosos los relatos que dan cuenta de lo siguiente: gritos; rugidos y "mugidos" en la casa parroquial de Ars; aullidos de "lobos" y "osos"; golpes en puertas y paredes; espantosos gritos humanos (quejas ahogadas, gemidos, gritos estridentes, etc.); el desplazamiento de algunos de sus objetos personales, como su cama, que fue lanzada varias veces de un extremo a otro de la habitación con una fuerza sobrehumana, o su pila de agua bendita, que fue desenganchada y rota por una mano invisible; sensaciones de roces y "presencias" extrañas; variaciones de temperatura en la habitación donde se encontraba (frío glacial en pleno verano); incendios de muebles; "lenguas de fuego" en las paredes, etc. Un incidente impresionó a sus contemporáneos: en varias ocasiones se encontró en el presbiterio un cuadro de la Anunciación manchado de barro.
San Juan María Vianney mostró un extraordinario discernimiento sobre el origen de estos fenómenos: sabía perfectamente que eran obra del diablo. Del mismo modo, su desconfianza hacia el espiritismo, muy en boga en su época, mostraba su total adhesión a la enseñanza de la Iglesia. Es más, cuando alguien le llama taumaturgo, responde que el único que puede hacer el bien es Dios, fuente de todas las gracias. Sus facultades extraordinarias están estrechamente ligadas a la fe cristiana y, fuera de la fe de San Pedro, los prodigios no le interesan lo más mínimo. Lo "maravilloso" era para él motivo de gran desconfianza, y quiso huir tres veces de Ars para escapar de las multitudes que habían acudido a verle por sus raros "dones".
Aunque carecía de una verdadera formación doctrinal, tenía un sólido sentido común, que nunca le abandonó. La teología mística y la psicología religiosa son cartas vivas en su vida: el mundo visible y el invisible están en manos de Dios. Viéndose a sí mismo como un simple e indigno instrumento en las manos del Creador, pone la voluntad del Señor por encima de todo, y obedece a la Iglesia, que, como él sabe interiormente, es su única depositaria.
En ningún momento ha sido objeto de críticas, reproches o dudas sobre sus carismas sobrenaturales: sus milagros continúan y actualizan el Evangelio a la perfección. Juan María Vianney fue beatificado en 1905 por San Pío X, y proclamado santo en 1925 por el Papa Pío XI, que cuatro años más tarde lo nombró patrón de los párrocos.
Más allá de las razones para creer:
San Juan María Vianney, de origen muy modesto y sin estudios, sigue siendo el modelo perfecto de párroco que sabe gestionar, animar y santificar su parroquia.
Ir más lejos:
Patrick Sbalchiero, "Jean-Marie Vianney (santo), 1786-1859", en Dictionnaire des miracles et de l'extraordinaire chrétiens, París, Fayard, 2002, pp. 402-405.