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L'Eglise
n°74

Vaticano

25 de julio de 1968

Humanae Vitae, un sorprendente argumento a favor del catolicismo

El 25 de julio de 1968, el Papa Pablo VI publicó la Humanae Vitae. Esta encíclica iba a contracorriente de las tendencias sociales de la época, en la medida en que condenaba las acciones que se oponían directamente a los fines naturales de la sexualidad. Esta encíclica profética es un signo claro de que el Espíritu Santo guía a la Iglesia y protege su continuidad doctrinal, incluso en tiempos difíciles como la revolución sexual de 1968.

El Papa Pablo VI / © CC0/wikimedia
El Papa Pablo VI / © CC0/wikimedia

Razones para creer:

  • Una religión verdadera, si existe, no puede revisar su doctrina a lo largo de los siglos, ni contradecirse en cuestiones de fe y moral. Las verdades enseñadas por Dios son inmutables.
  • En el espacio de 2.000 años, la Iglesia Católica no se ha dejado desviar hacia un lado u otro por "las ideas del mundo".
  • La coherencia de la enseñanza doctrinal de la Iglesia sobre la fe y la moral a lo largo de los siglos es un signo de la credibilidad del catolicismo.

Resumen:

El 25 de julio de 1968, en plena revolución sexual y en un momento en que casi todas las iglesias protestantes admitían el uso de la contracepción, el Papa Pablo VI publicó la encíclica Humanae Vitae, en la que afirmaba la indisociabilidad de la sexualidad y la apertura a la transmisión de la vida, y condenaba los actos que se oponían directamente a los fines naturales de la sexualidad. ¡Un verdadero trueno mediático! En aquella época, algunos teólogos católicos se habían vuelto liberales en la cuestión de la contracepción, y habían optado por una ruptura doctrinal con el pasado.

El Papa Pablo VI, guiado por el Espíritu Santo (Mt 16,18; Lc 22,31-33), optó por ir en contra de la opinión mayoritaria.

Si el catolicismo es verdadero, cabe esperar que la Iglesia no siga especialmente las tendencias de la sociedad moderna. Es impensable que la verdadera Iglesia, fundada por Cristo, se deje influir por "las ideas del mundo". Al contrario, si el Espíritu Santo no protegiera a la Iglesia en su enseñanza, probablemente habría cedido en uno u otro punto en el curso de sus dos mil años de historia, para "complacer al mundo".

Desde 1930, muchas Iglesias protestantes han autorizado la contracepción, la ordenación de mujeres, el divorcio, la homosexualidad y, en algunos casos, el aborto. Estas decisiones están claramente impulsadas por hombres que buscan encajar en las tendencias sociales de su tiempo.

Una religión verdadera no puede contradecirse en cuestiones de fe y moral: las enseñanzas de Dios son irrevocables. Lo que distingue al catolicismo de la mayoría de estas religiones creadas por el hombre es precisamente la idea de continuidad doctrinal.

En materia de enseñanza moral, la Iglesia católica conserva toda su credibilidad, porque es la única que realmente ha sabido mantenerse fiel a su doctrina frente a la inmensa presión de la doxa progresista. La enseñanza oficial católica está protegida por el Espíritu Santo, y se cumple la promesa de Cristo de preservar la enseñanza de su Iglesia "hasta el fin del mundo(Mt 28,20).

Matthieu Lavagna, apologista católico y autor de Soyez rationnel, devenez catholique! (¡Sé racional, hazte católico!).


Ir más lejos:

Janet Smith, Why Humane Vitae Is Still Right, Ignatius Press, 2018.


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