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TODAS LAS RAZONES PARA CREER
Les docteurs
n°134

Italia

1347-1380

Santa Catalina de Siena, esposa de Cristo en la fe

La vida de Santa Catalina de Siena es la insólita aventura de una joven analfabeta italiana del siglo XIV que mantuvo correspondencia con las autoridades eclesiásticas y políticas, con muchos religiosos y clérigos, pero también con laicos, hablando siempre en nombre de Cristo. Fue el secreto de su vida mística -su unión con Dios- lo que le permitió elevarse por encima de todas las contingencias sociales. Se preocupó por la unidad de la Iglesia, por la que trabajó activamente. En 1368, Cristo entregó a Catalina un anillo, diciéndole: "Yo, tu creador y salvador, te desposo en la fe y te conservo pura hasta que celebres conmigo tus bodas eternas".Toda la vida de esta santa, reconocida por la Iglesia en 1461, puede entenderse como una respuesta a la gracia de Dios.

Giovanni di Paolo, El matrimonio místico de Catalina de Siena, 1460 / © CCO0/wikimedia
Giovanni di Paolo, El matrimonio místico de Catalina de Siena, 1460 / © CCO0/wikimedia

Razones para creer:

  • Fue Dios quien "inició" el encuentro con Catalina, durante una visión que tuvo a los seis años. Vio a Jesús en el cielo, vestido de pontífice, acompañado de los santos Pedro, Pablo y Juan. La vida de penitencia que llevó tras este acontecimiento (ascetismo, voto de virginidad, etc.) fue especialmente sorprendente dada su juventud, y sin el apoyo de sus padres. Esto sólo tiene sentido con Dios a su lado.
  • Santa Catalina escribió 378 cartas a personas de toda condición, incluidos papas, cardenales, obispos, reyes y reinas. Todas sus cartas comienzan con la fórmula: "En el nombre de Jesús crucificado y de la dulce María. Yo, Catalina, sierva..." Esto demuestra que Catalina quería actuar por Cristo.
  • ElDiálogo de la Divina Providencia es una obra maestra de la literatura espiritual. Relata conversaciones entre Dios y Catalina. Esta recopilación, síntesis de su espiritualidad y doctrina, es una de las razones por las que Catalina fue declarada Doctora de la Iglesia el 3 de octubre de 1970 por Pablo VI.
  • Los consejos de Santa Catalina fueron ampliamente escuchados y atendidos, incluso por personas de muy alto rango: su sabiduría es universalmente reconocida. Embajadora de la reconciliación y de la paz, trabajó, por ejemplo, por el regreso del Papa de Aviñón a Roma.
  • Catalina recibió los estigmas y, en varias ocasiones, la hostia voló de las manos del sacerdote y llegó directamente a Catalina. Estos hechos extraordinarios están relatados en las diversas fuentes de que disponemos (en particular las biografías de Raimundo de Capua y Tommaso Caffarini, ambas escritas después de la muerte de la santa).
  • Su preocupación y su amor por la Iglesia eran sinceros y desinteresados: Catalina no cesaba de invitar a sus corresponsales a una reforma necesaria, que debía comenzar por los ministros ordenados y extenderse gradualmente a todo el cuerpo.
  • Catalina fue admitida en una Tercera Orden dominicana en Siena. Su legado se encuentra también en otras monjas dominicas: Santa Rosa de Lima (siglo XVI) y la beata Agnès de Langeac (siglo XVII).

Resumen:

El contexto sociohistórico.

El siglo XIV fue un siglo muy oscuro debido a las dificultades materiales, la inestabilidad política y social y la angustia religiosa. El papado se traslada a Aviñón en 1309. En Italia estallaron guerras locales, con alianzas más o menos inestables. Ejércitos de mercenarios ociosos saqueaban, pillaban y asesinaban, aumentando la sensación de inseguridad y miedo. Las hambrunas y las pestes eran frecuentes. En este contexto nació Catalina en Siena en 1347, en el seno de una familia numerosa cuyo padre era tintorero. No aprendió a leer ni a escribir.

El periodo "preparatorio" en la vida de Catalina.

Hasta los dieciocho años, llevó una vida retirada en casa de sus padres, en la que destacan tres aspectos.

El primero fue la visión que tuvo de niña, a los seis años. Vio a Jesús en el cielo, vestido con los ornamentos pontificios y rodeado de los santos Pedro, Pablo y Juan. Esta visión la impresionó profundamente, en el sentido de que, para ella, Cristo era el pontífice y el Papa era Cristo en la tierra. Su respuesta fue hacer voto de virginidad, que había hecho desde los siete años, y que mantuvo a pesar de la insistencia de su familia para que se casara.

La segunda se refiere a la penitencia. Ayunos, mortificaciones y ascetismo conforman su vida cotidiana. Fue también en esta época cuando tuvo una experiencia espiritual que nunca dejaría de enseñar: la celda interior. De niña, le cedieron una pequeña habitación para que se dedicara a la penitencia. Pero su negativa a colaborar en la búsqueda de marido por parte de la familia hizo que le quitaran la habitación como castigo y le encomendaran una serie de tareas domésticas para que olvidara sus privaciones. Fue para ella una oportunidad de servir: dedicándose a su familia, se veía a sí misma sirviendo a la Sagrada Familia y a los discípulos. Sobre todo, se dio cuenta de que no necesitaba una celda para encontrar a Cristo, porque Él estaba presente en la celda inviolable de su corazón. Basta con entrar en ella, permanecer en ella y no abandonarla bajo ninguna circunstancia.

Fue entonces cuando tomó forma su deseo de hacerse dominica. Recibió el hábito blanco y el manto negro, símbolos de pureza y muerte a las cosas del mundo. Cristo vino a visitarla, le enseñó de manera familiar yla "desposó en la fe". Esta boda mística marcó el final del período preparatorio. El Señor la invitó a dejar su vida de reclusa y salir al encuentro del mundo, de la gente, de sus miserias y sufrimientos.

Los comienzos de su vida apostólica.

La esfera de influencia de Catalina de Siena siguió creciendo, desde la pobreza material hasta la intercesión por la paz y la reconciliación. Su secreto reside en una palabra: "voglio" ( "yo quiero"), la certeza de que su voluntad y la de Dios son una misma. Algunos de sus discípulos se reunieron a su alrededor: ella era la "mamma", aunque sólo tenía veinte años y seguía siendo tan inculta como siempre. Algunos de ellos se convirtieron en sus secretarios y fueron capaces de escribir las cartas que dirigió a los dos papas Gregorio XI y Urbano VI, a cardenales y obispos, a reyes, príncipes, miembros del clero y personas de toda condición.

En la primavera de 1374, Catalina realizó su primer viaje a Florencia. Los dominicos nombraron director espiritual a Raimundo de Capua. Su primera misión diplomática tuvo lugar en 1375. El señorío de la ciudad la envió a Pisa y Lucca para disuadir a los líderes de estas ciudades de unirse a la liga antipapal, y para persuadirlos de unirse al proyecto de la cruzada. En esta misión, Catalina recibió los estigmas en la iglesia de Santa Cristina de Pisa. De este modo, las gracias espirituales y las misiones que le fueron confiadas crecieron juntas.

El regreso del Papa a Roma.

En 1376, a petición de la ciudad de Florencia, viajó a Aviñón para intentar convencer al Papa de que levantara la prohibición que pesaba sobre la ciudad. Pero lo que realmente quería era que el Papa regresara a Roma. ¿Cuál fue exactamente el papel de Catalina en este asunto?

Este fue sin duda el secreto de la fortaleza de Catalina: la firme convicción de que estaba haciendo la voluntad de Dios. En otras palabras, su voluntad y la de Dios eran la misma: no tenía sentido prevaricar o discutir, no cedería. Hay que decir que, ante una voluntad así -una "voluntad fuerte", como ella escribió-, la mayoría de las veces nos doblegamos. Si la voluntad de Gregorio XI necesitaba fortalecerse, encontró en Catalina una mujer con una voluntad tan fuerte que se podía confiar firmemente en ella. Es bien sabido que el entorno del Papa -en particular los cardenales franceses- no eran partidarios de un regreso a Roma, donde reinaba la inseguridad.

Algunas embajadas de reconciliación.

1377 fue otro año marcado por la reconciliación, tanto diplomática como política, pero sobre todo por el sacramento de la penitencia. La misión itinerante de la "banda" de Catalina de Siena recibió los poderes necesarios para absolver muchos pecados. Los resultados fueron elocuentes, pues sus dos confesores admitieron estar cansados tras horas de confesión.

En 1378, el Papa envió a Catalina en embajada a Florencia para negociar la paz. Estuvo a punto de perder la vida, escapando por poco de un atentado y del martirio, como se quejaría más tarde. Pero la paz se firmó y Catalina pudo dedicarse a escribir su libro El Diálogo.

Un nuevo Papa; Catalina llega a Roma.

O eso pensaba, hasta que Urbano VI fue elegido Papa para suceder a Gregorio XI. Catalina estaba encantada con esta elección, viendo en el arzobispo de Bari al hombre capaz de llevar a cabo la reforma. Pero pronto resultó insoportable, y los cardenales franceses eligieron a otro Papa, argumentando que la elección de Urbano VI se había producido bajo la presión del pueblo italiano, que quería absolutamente a uno de los suyos como Papa. Esto dejó a la Iglesia con dos papas: Urbano VI y Clemente VII. Esto marcó el inicio de un cisma que duró hasta 1417. Catalina, fiel a su línea de conducta, estaba totalmente comprometida con la causa de Urbano VI. Fue a Roma a petición del Papa, que quería tener a su alrededor religiosos que le fueran leales.

Fue en Roma donde Catalina pasó los últimos meses de su vida. Llevaba literalmente el peso de la Iglesia sobre sus hombros; al menos eso decía cuando afirmaba que sentía la carga de Pedro pesando sobre sus hombros. Estaba tan agotada que escribió a Raimundo de Capua que si la veía haciendo el trayecto diario de la Minerva a San Pedro -donde pasaba el día rezando- vería a una muerta caminando. Ella dio su vida por la Iglesia, como señaló a sus discípulos: "Tened por cierto que, al dejar mi cuerpo, en verdad he consumido y entregado mi vida en la Iglesia y por la Iglesia".

Murió el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años.

El hermano Norbert-Marie Sonnier es fraile dominico y predicador de retiros y sesiones espirituales, actualmente capellán de un monasterio de monjas dominicas en Provenza.


Más allá de las razones para creer:

Catalina de Siena nos invita a profundizar en la historia de la Iglesia del siglo XIV.


Ir más lejos:

Bernard Sesé, Petite vie de sainte Catherine de Sienne, París, Desclée de Brouwer, 2005.


Más información:

  • KTO, programa "La foi prise au mot" sobre Catalina de Siena.
  • Catalina de Siena, Le Dialogue, Oraisons et Lettres, Éditions du Cerf.
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