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TODAS LAS RAZONES PARA CREER
Une vague de charité unique au monde
n°65

Italia

1550-1614

San Camilo de Lelis, el reformador de la asistencia hospitalaria

Nacido en un pueblo de los Abruzos (Italia), Camilo se alista en el ejército, donde se aficiona al juego. Pierde todo lo que posee y es licenciado. Trabaja en varios oficios antes de entrar como criado en un convento de Capuchinos. Allí se convierte y solicita el ingreso. Pero una úlcera incurable le impide hacerse religioso. Se hace enfermero en el Hospital de Santiago de los Incurables de Roma. Se esforzó por ver a Cristo en cada paciente y, tras hacerse sacerdote, fundó la Orden de los Ministros de los Enfermos (Religiosos Camilos). Murió el 14 de julio de 1614.

Éxtasis de San Camilo de Lelis por Cristobal Lozano, 1762, Museo de Arte de Lima / © CC0/wikimedia
Éxtasis de San Camilo de Lelis por Cristobal Lozano, 1762, Museo de Arte de Lima / © CC0/wikimedia

Razones para creer:

  • Nada social ni cultural hacía prever la conversión de Camilo: la diferencia abismal, tanto psicológica como espiritual, entre el joven Camilo y el adulto converso era imposible de entender desde un punto de vista estrictamente humano.
  • Su primer trabajo en un hospital fue un fracaso, y parecía muy poco probable que volviera a trabajar con enfermos después de semejante experiencia. Sin embargo, todo cambió cuando se convenció de que, al atender a los enfermos, lo que curaba eran las heridas de Cristo. Su sabiduría y su radiante caridad despertaron confianza y admiración: fue nombrado director del hospital, y los jóvenes se unieron a él para aprender de él.
  • La úlcera de Camilo nunca cicatrizó, dejándole lisiado y con muchos dolores. Impulsado por una fuerza extraordinaria que le permitía olvidar sus dolencias, Camilo siguió sirviendo a los enfermos hasta su muerte. "Debilitado, iba de una cama a otra, agarrándose a los pilares para no caerse. Pero en cuanto pasaba por cinco o seis camas, parecía sentirse vigorizado". (P. Sanzio Cicatelli, †1627, en la biografía Vita Del P. Camillo De Lellis).
  • La importancia de las reformas que Camilo emprendió en la asistencia hospitalaria lo convirtieron en el precursor de la caridad pública moderna. En particular, insistió en que, además del cuidado del cuerpo, quienes asistían a los enfermos debían ocuparse también del espíritu. Esta inspiración difiere radicalmente de lo que era habitual en la época.
  • Aún hoy, siguiendo el ejemplo de su fundador, los Camilos dan testimonio del amor de Cristo por los enfermos y marginados poniéndose a su servicio. Presentes en los cinco continentes, prefieren dedicar sus actividades a los más desatendidos.

Resumen:

Hijo de un oficial, Camilo nació el 25 de mayo de 1550 en el pueblo de Bucchianico, en la región italiana de los Abruzos. Perdió a su madre a una edad temprana y su padre descuidó su educación. Su entorno sociológicamente católico tenía poco que ver con la fe (y aún menos compromiso con ella). El adolescente no se sintió en absoluto atraído por la vida religiosa, y comenzó su vida adulta tomando las armas. Soldado al servicio de la República de Venecia y luego de Nápoles, tuvo que dejar el uniforme en 1574, cuando su regimiento fue disuelto.

Estos años de vida militar no hicieron de Camilo un creyente ejemplar. Al contrario, se aficionó al juego, hasta el punto de gastarse toda su paga. Sus compañeros de juego eran a veces bruscos, a menudo pendencieros, incluso violentos. A los veinte años, el futuro santo era todavía un joven ambicioso, sujeto a pasiones muy terrenales.

Pero la gracia hizo su trabajo con el tiempo, y Dios se le manifestó por primera vez de forma evidente en la persona de un capuchino, que le dijo: "Dios lo es todo. Lo demás no es nada. Debes salvar tu alma, que no muere". Este encuentro providencial llevó a Camilo a descubrir un continente desconocido de esperanza y de bondad que no había sospechado hasta entonces. Gracias a este religioso, Camilo vio por un tiempo el mundo bajo una nueva luz y se dio cuenta de que sus ojos se habían abierto a una realidad invisible, no por un esfuerzo personal, sino por la intervención del Señor.

Ahora sabe que su vida debe ser una contribución al Evangelio, dando a conocer al Jesús que ha venido a buscarle en lo más profundo de sus pasiones. Pero, cubierto de deudas, tuvo que empezar por curarse las úlceras de las piernas, que tanto dolor le causaban. Llama a la puerta de los capuchinos tanto por razones materiales como espirituales. Fue rechazado. No había llegado su hora; la paciencia de Dios es infinita.

¿Qué podía hacer? Se fue a Roma, donde consiguió trabajo en el Hospital Santiago de los Incurables. Sin formación médica ni experiencia de trabajo con enfermos, Camilo vacila, sopesando las ventajas y los inconvenientes del puesto: "¿Debo comprometerme más? ¿Qué espera Dios de mí?" Está a punto de rendirse, pero ¿cómo curar sus abscesos? No tenía dinero, y los médicos eran caros... Fue otro fracaso: ¡lo expulsaron del hospital por pendenciero y jugador!

Sólo le quedaba una solución: reincorporarse al ejército, que podía cubrir sus necesidades. Se alistó al servicio de la República de Venecia, participando en la campaña contra los turcos en 1569 y en la batalla de Lepanto el 7 de octubre de 1571. Después llegaron las treguas: Camilo volvió a estar inactivo. Esta vez, sin embargo, fue contratado por los capuchinos de Manfredonia (en Apulia) para construir un nuevo edificio para su monasterio. Dios le iba a llevar allí.

En las primeras semanas de su nueva vida, su pasión por el juego sigue consumiéndolo. Pero se cruza en su camino con un piadoso capuchino, guardián de la comunidad, que en otro tiempo estuvo aquejado de la misma adicción. Con autoridad, le dice a Camilo que se convierta, porque Dios, por muy paciente que sea, no le permitirá vivir así hasta que muera. Camilo acepta reformarse y, al cabo de unos meses, es admitido como hermano lego. Sin embargo, sus abscesos le hacían muy difícil llevar a cabo las tareas materiales que se le asignaban. La enfermería del monasterio no pudo ayudarle y pronto tuvo que volver a la vida civil.

Una vez más, ¿qué será de Camilo? Lejos de todo, de Dios y de sí mismo, al margen de la Iglesia, sin familia ni verdaderos amigos, su futuro era más incierto que nunca. Pero el tiempo que pasó con los capuchinos le dejó una huella imborrable. Recordaba con cariño los servicios diurnos y nocturnos, y sentía que la caridad sobrenatural que reinaba entre los hermanos hacía mucha falta en el mundo.

Regresó a Roma y pidió trabajar de nuevo en el Hospital de Santiago. Esta vez fue admitido y su salud mejoró. Quería amar y ayudar. Se formó como enfermero y las autoridades le contrataron definitivamente. Camilo saboreó una paz desconocida. Se acerca a los responsables de los hospitales y se interesa por sus motivaciones cristianas para dedicar su tiempo a los enfermos y los pobres. Ha cambiado, y puede ver lo lejos que ha llegado en sólo unos meses. El juego ya no significaba nada para él; lo único que quería era servir a Cristo en sus hermanos y hermanas. Le nombran director del Hospital de Santiago: aquí se muestra el dedo de Dios.

Poco después, Camilo conoce en Roma a un hombre excepcional: San Felipe Nerifundador del Oratorio, que vio en Camilo una personalidad de primer orden. Siguiendo el consejo de Felipe, decidió hacerse sacerdote, un proyecto que nunca había existido en su mente hasta los 32 años. Estudió latín en el Colegio de los Jesuitas y luego teología. Se ordenó sacerdote en un momento de increíble misticismo. El joven sacerdote dividía su tiempo entre su ministerio y el hospital, pero para él no había diferencia entre estas dos etapas existenciales: servía a Cristo en los enfermos.

Pronto sintió que Dios le pedía algo más, pero aún no sabía qué. En 1584, se dio cuenta de que el servicio a los enfermos sólo podía hacerse realidad a través y en la oración, tanto personal como comunitaria, y a través de una verdadera formación como cuidador. Revisó las órdenes y congregaciones existentes. Un día se le ocurrió una idea: fundar un instituto cuyos miembros hicieran voto de consagrarse a los enfermos, aun a riesgo de su vida.

Camilo confió este proyecto al Señor. Ya no tenía dudas: era hora de pasar a la acción. En los meses siguientes, creó la Orden de los Camilos, o Orden de los Ministros de los Enfermos. Al año siguiente, el papa Sixto Quinto confirmó esta congregación original y única en la orden de la caridad. El pontífice decidió también que el Superior General sería elegido cada tres años. Camilo fue el primero de ellos. Desempeñó sus funciones con una humildad ejemplar. En 1591, Gregorio XIV erigió la congregación en orden religiosa. Sus privilegios fueron confirmados por Clemente VIII tres años más tarde. Un éxito sorprendente para un jugador arrepentido que antes había estado tan lejos de la fe.

Hay que mencionar un detalle que a veces se pasa por alto: la enfermedad que había impedido a Camilo ingresar en los Capuchinos le afligió hasta su muerte. Pero nunca se quejó, y dedicó todas sus energías a visitar a los enfermos. Cuidar es convertir.

Los años siguientes se caracterizaron por la multiplicación de comunidades por toda Italia. Dotado del don de la profecía y de la capacidad de hacer milagros, entregó su alma a Dios el 14 de julio de 1614. Fue sencillamente enterrado cerca del altar mayor de la iglesia de Santa María Magdalena de Roma. Beatificado en 1742, canonizado por Benedicto XIV en 1746, Pío XI lo nombró copatrono de las enfermeras junto con San Juan de Dios en 1930. Desde hace más de cuatro siglos, Camilo de Lelis es una figura capital de la caridad cristiana.

Patrick Sbalchiero


Más allá de las razones para creer:

El caótico viaje del joven Camilo muestra la paciencia sobrenatural de Cristo con él.


Ir más lejos:

Marie-Christine Brocherieux, Camille, éditions Fleurus, colección "Un prénom / Un saint", 1999, 24 páginas.


Más información:

  • Catherine Bertrand-Gannerie, L'escadron de la Charité : saint Camille de Lellis, protecteur des malades, París, Téqui, 2012.
  • Mirella Castelli, Un soldato della carità: Camillo De Lellis, Turín, Marietti, 2007.
  • Mario Spinelli, Camillo De Lellis .Più cuore in quelle mani, Roma, Città Nuova, 2007.
  • Página web de los Siervos de los Enfermos.
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