El "voto de los concejales" o la devoción mariana de los lioneses

Cada 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen María, el alcalde de Lyon y sus suplentes acuden a Fourvière para renovar el voto de los concejales, una tradición que se remonta al siglo XVII. El 5 de abril de 1643, cuando la peste asolaba Europa y ya había diezmado la población de Lyon en años anteriores, los regidores -representantes de las autoridades de la ciudad- hicieron un voto a la Virgen María durante una procesión a Fourvière, prometiendo repetir la ceremonia cada año si la ciudad se salvaba. Y así fue. A partir de entonces, todos los años -excepto durante la Revolución, las dos guerras mundiales y los dos mandatos municipales- las autoridades municipales subían a Fourvière para repetir su voto a la Virgen.

Voto de los concejales, Basílica de Fourvière / © CC0, foto Gérald Gambier.

Razones para creer:

El voto de los concejales está bien documentado en los anales de la ciudad. No hay motivos para dudar de su historicidad. Además, los concejales y el arzobispo han visitado la cima de Fourvière todos los años desde 1642, con algunas excepciones, como veremos. Esto demuestra el profundo apego que mostraban a María: era naturalmente a ella a quien se dirigían durante la agitación, ya que estaban totalmente inmersos en esta devoción mariana.
Lyon, como el resto de Francia, estaba amenazada por la peste. La ciudad había sufrido varias epidemias de esta enfermedad en los años precedentes. Sin embargo, la epidemia se detuvo milagrosamente tras la procesión de los concejales y su solemne voto de repetirla cada año. Una vez más, estos hechos están perfectamente documentados; no son material de leyenda local.
Es más, es imposible imaginar que esta tradición hubiera perdurado hasta nuestros días, en un régimen laico y una sociedad descristianizada, si la protección de la ciudad, a raíz de este voto, no hubiera sido un hecho muy significativo y universalmente reconocido.
Posteriormente, no fueron los concejales quienes renovaron la promesa hecha a la Virgen, sino el propio pueblo de Lyon. En efecto, en 1870, cuando el ejército prusiano se acercaba peligrosamente a Lyon, los lioneses subieron a Fourvière y rezaron de nuevo a la Virgen. Prometieron construirle una basílica si les libraba de la amenaza prusiana. Los prusianos se detuvieron en Mâcon y los lioneses cumplieron su promesa. Dos años más tarde, se colocó la primera piedra de la basílica de Fourvière. La envergadura de la obra atestigua la profundidad de su gratitud.

Resumen:

Desde la Edad Media, la peste ha asolado Europa. En el siglo XVII, arrasó Lyon en varias oleadas: 1628, 1631, 1637, 1639 y 1642. En aquella época, no se hablaba de alcaldes o tenientes de alcalde, sino de prebostes y regidores o concejales, sus ayudantes. Este pequeño grupo, conocido hoy como "échevins" por extensión, se encargaba del abastecimiento de la ciudad, de las obras públicas y de los impuestos. El 5 de abril de 1642, cuando la peste asolaba Lyon, los concejales hicieron un voto a la Virgen pidiéndole que les librara del azote de la peste. Dos días más tarde, organizaron una procesión: una multitud innumerable subió hasta Fourvière, que en aquella época no era más que una capilla de la Virgen. Entonces se decidió, en la misma capilla, que irían a "en todas las fiestas de la Natividad de la Virgen, que es el octavo día de septiembre, sin túnicas, pero sin embargo con sus ropas ordinarias, a la capilla de Notre-Dame de Fourvière, para oír allí la santa misa, hacer sus oraciones y devociones a la Virgen, y ofrecerle, como forma de homenaje y gratitud, la cantidad de siete libras de cera blanca en velas y antorchas, y un escudo de oro al sol. Y esto para disponer a la Virgen a recibir a la ciudad de Lyon bajo su especial protección". También prometieron construir dos estatuas de la Virgen, una de las cuales todavía existe en la capilla del Hôtel-Dieu. Y, milagrosamente, ¡la epidemia cesó! La exquisitez lionesa conocida como "coussin lyonnais" toma su nombre de este acontecimiento, ya que los concejales solían llevar el escudo dorado sobre un cojín de seda verde. Hacia 1960, un chocolatero llamado Voisin creó un dulce a base de ganache de chocolate recubierto de mazapán, aromatizado con curaçao y, por tanto, de color verde.

Esta decisión de los concejales fue ratificada el 12 de marzo del año siguiente, 1643, y con el tiempo se añadió una bendición de la ciudad, desde lo alto de Fourvière.

De acuerdo con el voto de 1642, esta ceremonia en forma de procesión se ha celebrado todos los años desde entonces, excepto durante la Revolución Francesa. En 1789 se prohibió por completo. La capilla fue reabierta al culto por el papa Pío VII en 1805, pero no fue hasta 1848 cuando el cardenal de Bonald restableció la cofradía de Notre-Dame de Fourvière y la peregrinación pública de la antigua tradición de los regidores, aunque ya en 1840 se había reanudado una peregrinación privada. Sin embargo, la tradición se modificó: ya no habría representantes de los poderes públicos, sino únicamente enviados de las parroquias de la ciudad.

En 1852, el cardenal de Bonald encargó una estatua de la Virgen María con vistas a la ciudad en lo que entonces era la iglesia de Fourvière. De acuerdo con los deseos de los concejales, su inauguración estaba prevista para el 8 de septiembre. Sin embargo, el Saona estaba desbordado en ese momento, debido al mal tiempo, lo que retrasó la entrega de la estatua, ya que el taller del escultor estaba inundado. Así pues, la inauguración se pospuso al 8 de diciembre, fecha en la que desde hacía tiempo se celebraba la Inmaculada Concepción, aunque este dogma no se aprobó oficialmente hasta dos años más tarde. En señal de piedad, los lioneses encendieron velas luminosas en los alféizares de sus ventanas; éste fue el origen de la Fiesta de las Luces.

En 1915, en plena Primera Guerra Mundial, el ayuntamiento fue invitado a participar en la ceremonia del 8 de septiembre, con motivo de la "unión sagrada". Varios concejales aceptaron la invitación y asistieron como invitados de honor a la ofrenda, que siempre presentaban las parroquias. La tradición se acercaba así sutilmente a sus orígenes.

Sólo durante la Ocupación, con ocasión del tercer centenario del voto, el ayuntamiento desempeñó un papel activo y oficial. El 8 de septiembre de 1943, el alcalde, acompañado de varios concejales, entregó él mismo el luis de oro, mientras que las parroquias presentaron la vela. Al año siguiente, los días 2 y 3 de septiembre, Lyon fue liberada. El ambiente era festivo y no sólo se pensaba en las tradiciones. El día 8, se canta un Te Deum en Fourvière en presencia de las autoridades civiles y militares, pero no se habla de ofrenda.

El 8 de septiembre de 1945, una simple delegación no oficial del ayuntamiento ocupó su lugar en el coro de Fourvière. El diputado ofreció el luis de oro con sus propias manos, y las parroquias siguieron presentando la vela. Llegados a este punto, era imposible repetir el gesto realizado por el ayuntamiento (designado por Vichy) en 1943, por lo que se encontró una solución intermedia entre la fórmula de antes de la guerra y la de 1943.

A partir de entonces, fueron siempre los alcaldes quienes participaron en la ofrenda, salvo en dos ocasiones: durante el mandato de Édouard Herriot (1945-1957), que quiso marcar estrictamente la separación de la Iglesia y el Estado; y desde la elección de Grégory Doucet que, por las mismas razones, delegó en un empresario lionés.

Camille Mino di Ca acaba de bautizarse y convertirse a los cincuenta años. Apasionada de las historias de conversión y de la vida de los santos, escribe para Hozana y otros medios. Escribe biografías, teatro, poesía y canciones.