Padre Sébastien Brière, converso de Medjugorje

El lugar de Medjugorje, aunque no está reconocido oficialmente como lugar de apariciones por la Iglesia católica, atrae a muchos peregrinos y personas en busca de algo. Este fue el caso del francés Sébastien Brière, un joven con buena salud y en pareja: en busca de una vida más profunda, acudió a Medjugorje en diciembre de 2002, invitado por un tío. Incrédulo, fue irresistiblemente tocado por la gracia divina durante la misa, lo que le llevó a convertirse. Unos años más tarde, se confirmó y entró en el seminario. Ordenado sacerdote, todavía hoy da testimonio de su conversión.

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Razones para creer:

Sébastien Brière es un francés corriente, ignorante de todo lo católico: "En mi familia, no hablábamos de Dios".
Goza de una felicidad aparente, con una buena posición profesional, una novia... Sin embargo, se sabe insatisfecho, solo, incompleto.
Aunque al principio le desanimó el entorno de Medjugorje (mal tiempo, iglesia abarrotada), el momento de la consagración durante la misa le conmovió hasta lo más profundo. La conversión de Sébastien se produjo repentinamente durante la Eucaristía.
A continuación, Sébastien lloró sin parar durante toda su estancia: esta "gracia de las lágrimas", que no podía fingirse, iba acompañada de un sentimiento de amor infinito.
En cuanto regresó a Francia, su conversión se manifestó en hechos concretos: Sébastien iba a misa y rezaba el rosario todos los días, dejando boquiabiertos a los que le rodeaban.
En lugar del amor humano, Sébastien Brière eligió el amor de Dios al hacerse sacerdote. "Me siento realizado desde que dije sí al Señor. El amor del Señor por mí me llena de todo lo que necesito; no me falta de nada".
Su testimonio (disponible en línea), conmueve los corazones y convierte a su vez.

Resumen:

En diciembre de 2002, Sébastien Brière se convirtió en Medjugorje. Nacido en una familia corriente en la que la fe, Dios y el catecismo estaban totalmente ausentes, Sébastien Brière tuvo como único ejemplo de oración a su abuela materna. Describiéndose a sí mismo como muy tímido e introvertido, Sébastien sufrió un accidente muy grave a la edad de doce años, en el que estuvo a punto de perder la vida. Un accidente inexplicable para él y su familia en aquel momento, dice. Después pasó una adolescencia ordinaria, seguida de una gran aventura amorosa que acabó mal.

Ahora, Sébastien Brière, arquitecto paisajista en Suiza, se da cuenta de que, a pesar de la apariencia de felicidad, no está en paz por dentro y no entiende el propósito de su vida. Siente un profundo vacío y soledad.

En 2000, uno de sus tíos le anima a ir a Medjugorje, un lugar que le ha marcado profundamente. Finalmente aceptó y llegó el 23 de diciembre de 2002, acompañado por su amante de entonces. Al entrar en la iglesia, fría y abarrotada, sintió repulsión. Luego, cuando llegó el momento de la consagración y toda la congregación se puso de rodillas, empezó a llorar de repente. El llanto no cesó, ni siquiera después de terminada la misa. Durante los pocos días que permaneció en Medjugorje, dice que nunca dejó de llorar. Los que le rodean le animan, pero él no entiende lo que le pasa. Fue como volver a nacer, el nacimiento de un amor extraordinario: "Alguien acababa de tocar mi corazón".

Desde aquel día, prosigue, sólo tiene dos deseos: rezar el rosario e ir a misa, algo de lo que no puede prescindir. A su alrededor, su familia y sus amigos están sorprendidos. Con su amante, Isabelle, volvió a Medjugorje tres veces durante 2003. El amor de Jesús sigue creciendo en su corazón.

Un año y medio después de su conversión, en 2004, Isabelle le anima a elegir entre el matrimonio y el sacerdocio. La pregunta nunca se le había pasado por la cabeza. Tras un breve período de rebelión contra este destino, tuvo que asumirlo: el Señor le llamaba, y le llamaba a ser uno de sus sacerdotes. Desconcertado, pidió a su abuela que le introdujera en la Iglesia. Una monja, Sor Sylvie, le acompañó. Se confirmó en 2005 e inmediatamente ingresó en el seminario. Fue ordenado sacerdote en 2011 para la diócesis de Orleans, y desde entonces da testimonio de su conversión.

Jacques de Guillebon es ensayista y periodista. Colabora con la revista católica La Nef.