Cuzco (Perú)
23 de mayo de 1536
La Virgen María salva a los cristianos de la ciudad de Cuzco
El sitio de Cuzco comenzó en mayo de 1536. Cuando todo parecía indicar que los católicos sitiados iban a ser aplastados por un enorme ejército inca, apareció la Virgen e invirtió la situación. El acontecimiento fue un hito, incluso para los indios, que veneran a "Nuestra Señora del Triunfo" tanto como los españoles. Esta aparición desencadenó una conversión masiva a la fe católica en la región de Cuzco, que luego se extendió por todo el Imperio Inca.
Iglesia de la Compañía de Jesús, Cuzco © CC BY-SA 4.0 / Diego Delso
Razones para creer:
- En términos militares, los asediados españoles no tenían absolutamente ninguna posibilidad contra los indios. Es imposible explicar la victoria española únicamente en términos de fuerza humana.
- No se trata en absoluto de un relato tardío y mal documentado, sino de un episodio debidamente detallado en el que intervinieron las más altas autoridades civiles.
- El obispado de Cuzco informó personalmente al emperador Carlos V por carta. Este documento se conserva.
- Tras el suceso, los propios indios veneraron a Nuestra Señora del Triunfo.
- Ya en el siglo XVI el acontecimiento fue objeto de inscripciones en los muros de la catedral de Cuzco.
- Se instituyó una fiesta litúrgica en memoria de su aparición, que se celebra el 23 de mayo.
- Desde entonces, se ha convertido en un importante lugar de peregrinación. El Papa Pío XI hizo de la catedral una basílica menor, y San Juan Pablo II pronunció allí una homilía en 1985 sobre el establecimiento del catolicismo en la región.
Resumen:
En mayo de 1538, los españoles de la ciudad de Cuzco se preparaban para perecer, atrapados por las armas incendiarias de los indios comandados por Manco Capac II. En aquella época, Cuzco distaba mucho de carecer de personalidades y recursos: dos años antes, el conquistador Francisco Pizarro había entrado en la ciudad. Se habían establecido relaciones con España y el gobierno castellano era plenamente consciente del poder de los incas, que se oponían a su presencia en suelo peruano.
Los combatientes indios decidieron acabar con los españoles y, al mismo tiempo, con la fe católica. Las fuerzas presentes eran totalmente desproporcionadas: los españoles habían visto menguar sus efectivos a lo largo de las semanas; el ejército de Pizarro se reducía a solo 180 hombres, mientras que los guerreros de Manco Capac sumaban varios miles, armados hasta los dientes, y que conocían el terreno a la perfección.
Asediados desde hacía tiempo por repetidos ataques indígenas, los españoles se encontraban sitiados en un distrito de Cuzco conocido como Suntur-Huasi. No podían huir ni, por supuesto, defenderse. Su destino estaba escrito. Comenzaron a rezar, esperando la muerte bajo un diluvio de fuego. En Suntur-Huasi, la Virgen María, acompañada del Niño Jesús, se apareció con una luz extraordinaria. La aparición no fue un fenómeno visionario individual: varias personas, tanto españoles como incas, vieron a la Virgen María.
En pocos minutos, la situación militar se invirtió: las armas incendiarias de los indios perdieron toda su eficacia, las llamas se apagaron sin causa natural y los españoles recuperaron la ventaja, haciendo huir a sus adversarios, sorprendidos por la repentina inutilidad de sus armas.
Lo increíble había sucedido: la victoria fue para los españoles sin que ninguna intervención humana hubiera invertido el curso lógico de los acontecimientos.
A partir de ese día, españoles e indios veneraron por igual a la Virgen María. Los indios la llamaban Pacha Tacctacc, la "Señora que camina esta tierra", para significar que María había pisado el suelo de su tierra natal. Bajo el título de "Nuestra Señora del Triunfo", la Madre de Dios nunca ha dejado de ser honrada en Cuzco.
Sólo cinco meses después del suceso, comenzaron las obras del primer santuario cristiano de la ciudad, en el mismo lugar de la aparición. Esta rapidez refleja la veracidad de los hechos (es imposible creer que un lugar de culto pudiera construirse oficialmente y luego mantenerse sobre la base de un fenómeno inexistente o falso), y la importancia de estos acontecimientos para las poblaciones indígena y española. En torno a la nueva capilla se organizó toda la vida religiosa, cívica y material de Cuzco.
Se ha afirmado que los historiadores carecían de documentación seria. Sin embargo, el obispo Bernardino, administrador episcopal, escribió una carta muy detallada al emperador Carlos V sobre la aparición y sus afortunadas consecuencias. El documento que se conserva es sobradamente conocido.
Por otra parte, en las décadas siguientes al suceso, la aparición pasó a ocupar un lugar importante en todo Perú. En 1541, se adquirió un terreno (Cusipata) para construir el nuevo edificio que reemplazará la capilla original. Así comenzó una peregrinación que fue atrayendo cada vez a un número mayor de fieles, hasta el punto de que en 1552 se vieron obligados a elegir un nuevo emplazamiento para la futura obra. Ésta se inició en 1559, bajo el impulso personal del virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza.
Las paredes del nuevo edificio, dedicado a Nuestra Señora de la Asunción, llevan inscripciones que relatan la aparición y la derrota de los incas: "En este lugar puso el pie la Virgen María[...]. Ella bajó del cielo y dio la victoria a la conquista, poniendo en fuga a los indios y apagando su fuego". Es absolutamente imposible que las autoridades, tanto religiosas como políticas, desde Madrid hasta Roma, hubieran dejado tales inscripciones si la aparición no fuera más que un rumor. Además, la Iglesia ha instituido una fiesta litúrgica en honor de Nuestra Señora del Triunfo o del Sunturhuasi, que se celebra el 23 de mayo.
Por último, el Papado nunca ha dejado de apreciar el lugar: el 8 de septiembre de 1536, el Papa Pablo III erigió Cuzco en diócesis. Desde entonces, los peregrinos a Cuzco han sido innumerables. En el siglo XX, la peregrinación no cesó y, en 1928, Pío XI elevó la catedral de la Asunción al rango de basílica menor. El 3 de febrero de 1985, San Juan Pablo II pronunció una homilía en la catedral, centrada en los fieles de origen indio.
Más allá de las razones para creer:
Fue a partir y sobre la base de esta aparición que la fe católica se desarrolló en Cuzco y en todo el Imperio Inca a un ritmo impensable.
Ir más lejos:
Patrick Sbalchiero, "Cuzco (Perú)", en Dictionnaire des apparitions de la Vierge Marie, París, Fayard, 2007, p. 219.
Más información:
G. Bonaño, "Las apariciones de la Virgen María y la liturgia", en Las Apariciones marianas en la vida de la Iglesia, Estudios marianos, vol. 52, Salamanca, 1987, p. 141.