El criterio de disparidad refuerza la fiabilidad de los Evangelios
Seguramente habrá oído decir a algunas personas: "Los evangelistas nos cuentan versiones diferentes de los mismos hechos; ¡eso es prueba de que se contradicen y no son de fiar!". Es una objeción que se lee a menudo en Internet, pero hay que señalar que los académicos no la toman en serio. De hecho, entre los criterios de historicidad, los especialistas en el Nuevo Testamento utilizan -entre otros- el criterio de la disparidad o disimilitud entre las narraciones para atestiguar la fiabilidad de los textos evangélicos.
Detalle de El descubrimiento de la tumba vacía de Fra Angelico, 1437-1446, Museo de San Marcos, Florencia / © CC0/wikimedia
Razones para creer:
- El criterio de disimilitud establece lo siguiente: si varios relatos de un mismo acontecimiento coinciden en los elementos principales y difieren en los secundarios, es probable que el acontecimiento en cuestión sea históricamente verídico (al menos en términos generales).
- De hecho, cuando alguien se inventa una historia desde cero, suele evitar relatos aparentemente contradictorios. En cambio, para parecer creíble, se asegura de que los distintos relatos sean idénticos.
- Este principio racional se utiliza en muchos otros ámbitos de la vida cotidiana: los investigadores policiales y los jueces lo emplean cuando escuchan lo que tienen que decir distintos testigos de un mismo suceso. Si todos los testimonios son absolutamente idénticos en todos los aspectos, hay una sospecha evidente de conspiración. Por el contrario, el hecho de que los testigos presenten versiones ligeramente diferentes del mismo suceso da fe de la independencia y sinceridad de la versión de cada persona. Los testigos en cuestión no trabajaron juntos para llegar a un relato perfectamente armonioso.
- Aplicado a los Evangelios, este criterio de disimilitud permite reforzar la historicidad de muchos pasajes que algunos escépticos acusan de contradictorios. En realidad, el hecho de que los evangelistas no quisieran ocultar esas "aparentes contradicciones" demuestra que fueron honestos en lo que relataron y que su testimonio es históricamente creíble.
Resumen:
El hecho de que los textos evangélicos relaten versiones diferentes de un mismo acontecimiento no basta para que los historiadores del Nuevo Testamento los acusen de contradictorios e históricamente erróneos. De hecho, tener testimonios diferentes no implica necesariamente contradicción, sino complementariedad de informaciones que cuentan la misma historia desde ángulos distintos.
Las excesivas acusaciones de contradicciones que a menudo leemos en Internet no impresionan mucho a los historiadores en lo que se refiere a la fiabilidad general del texto. Piénselo. Sería extraño, después de todo, que los cuatro relatos de los Evangelios contaran exactamente la misma historia hasta el último detalle. Los investigadores policiales lo saben muy bien: si los testigos interrogados dan exactamente el mismo relato en todos los puntos, hay una sospecha evidente de conspiración. De hecho, sería muy sospechoso encontrar cuatro testimonios absolutamente idénticos, sin omitir ningún detalle secundario. Por el contrario, los investigadores esperan que las versiones dadas por los individuos sean globalmente coherentes, porque son muy conscientes de que cuando las personas dan versiones veraces, a menudo difieren ampliamente en detalles secundarios.Esto no pone en tela de juicio su fiabilidad general, sino que demuestra que cada cual ofrece una perspectiva diferente de un mismo suceso.
Tomemos el ejemplo favorito de los escépticos: la discrepancia sobre las mujeres que descubren la tumba vacía. ¿Cuáles están presentes? La lista varía un poco: según el Evangelio de Marcos, son María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé. El Evangelio de Mateo sólo habla de María Magdalena y de "la otra María", sin mencionar a Salomé. El Evangelio de Lucas habla simplemente de un "grupo de mujeres". Por último, el Evangelio de Juan menciona a María Magdalena y la plausible presencia de otro grupo de mujeres (cf. el uso de "nosotras" en Juan 20:2).
En este caso, los hechos se relatan de forma diferente, pero no contradictoria. El historiador puede concluir que disponemos de varias fuentes históricas independientes que atestiguan que, efectivamente, un grupo de mujeres descubrió la tumba vacía de Jesús tres días después de la crucifixión. Pero sería absurdo concluir, como hacen algunos escépticos, que el descubrimiento de la tumba vacía es una ficción con el pretexto de que los relatos difieren en detalles secundarios. En efecto, si los evangelistas hubieran inventado esta historia de la tumba vacía, seguramente se habrían preocupado de armonizar las distintas versiones para elaborar una sola. Por tanto, no se les puede acusar de inventar una historia de la nada.
A este respecto, el teólogo Henri Blocher observa con razón: "Los que acusan a los textos de contradicciones nos parece que los abordan con una extraña rigidez. Sólo estarían contentos si los Evangelios mostraran una correspondencia perfecta desde la primera lectura, si la armonía fuera inmediatamente evidente y sin ninguna oscuridad. Pero ¡eso es como querer que una Biblia caiga del cielo! Los jueces saben muy bien que, en general, los testimonios que son todos verdaderos pero independientes muestran variaciones considerables, y que al principio es difícil armonizarlos. Esto se debe a la diferencia de puntos de vista, a la elección de los elementos y a la elasticidad de las palabras. Cuando los testigos creíbles parecen estar en conflicto, el juez no dictamina inmediatamente que se contradicen: intenta conciliar sus declaraciones de forma plausible. Esta actitud comprensiva y flexible es la que merecen también los evangelistas. Mostrar que pueden leerse de un modo que no se oponga a ellos no es hacer un esfuerzo desesperado y deshonesto por salvar un texto sagrado de la incoherencia; es simplemente concederles el mínimo que exige un hombre digno de fe " (Henri Blocher, "L'accord des Évangiles et la résurrection", La Bible au microscope, vol. II, Édifac, 2010, p. 81).
Lejos de ser un argumento contra la fiabilidad de los Evangelios, la disparidad o disimilitud entre los relatos (como en el caso de la Pasión de Jesús o el descubrimiento de la tumba vacía) se inclina, por el contrario, a favor de la autenticidad general de los testimonios, descartando cualquier sospecha de conspiración por parte de los evangelistas.
Matthieu Lavagna, autor de Soyez rationnel, devenez catholique!
Ir más lejos:
Jim Warner Wallace, Cold-Case Christianity, David C Cook, 2013.