Andrés Bobola predice el renacimiento de Polonia

En 1819, el zar Alejandro I, preocupado por los disturbios patrióticos en Polonia, dividida entre Austria y el Imperio ruso, pidió a su policía que ejerciera un estrecho control sobre los intelectuales sospechosos de fomentar los sentimientos nacionalistas del país. Entre ellos, una parte del clero católico mantenía -además de su apego a la fe de Roma- las costumbres ancestrales, el uso de la lengua polaca y la transmisión de la literatura, impidiendo así cualquier fusión de la población en el modelo ortodoxo ruso. Los sacerdotes considerados más influyentes, y por tanto más peligrosos, fueron internados. Entre ellos se encontraba un conocido jesuita, el padre Korzeniecki, que fue puesto bajo arresto domiciliario en la casa de su orden en Vilna. Tras varios meses de encarcelamiento, desmoralizado, tuvo la idea de rezar al sacerdote polaco Andrés Bobola, martirizado por los cosacos ucranianos el 16 de mayo de 1657. De repente, oyó claramente la voz del padre Bobola que le decía que abriera la ventana y contemplara "un espectáculo como nunca había visto".

Razones para creer:

• El padre Korzeniecki hizo un relato detallado de su visión y de la profecía que la acompañaba, publicado en 1854 en la Civiltà Cattolica, una seria revista romana. Ampliamente difundido en los círculos nacionalistas polacos, es ampliamente conocido y nunca se ha cuestionado su autenticidad.

• Cuando el jesuita abre la ventana y mira hacia fuera, en lugar del claustro de su convento, ve una inmensa llanura en la que innumerables ejércitos libran una batalla titánica con armamento desconocido y aterrador. Los combatientes visten uniformes que, con sus tonos apagados, también le resultan desconocidos. Sin embargo, identifica tropas rusas, austriacas, prusianas, francesas, británicas y turcas en las banderas desplegadas en el campo de batalla. También vio banderas que nunca antes había visto. No podía entender cómo naciones tan diversas podían enfrentarse con tanta violencia. No fue hasta la Primera Guerra Mundial cuando la visión cobró sentido y se reconocieron los uniformes adoptados a partir de 1915, que ya no se parecían a los del pasado, que hacían demasiado buen blanco y causaban demasiadas bajas.

• Desconcertado, el jesuita no sabía cómo interpretar esta espantosa matanza. El padre Bobola le dijo: "Cuando la paz siga a la guerra que ves ante ti, Polonia será restaurada". Esto sucedió efectivamente en 1919, cien años después de la visión. A lo largo de esos cien años, a pesar de las tragedias, los polacos repitieron la profecía y creyeron que se cumpliría, y no se equivocaron.

• Para convencer al padre Korzeniecki, que temía ser víctima de una ilusión, Andrés Bobola colocó su mano derecha sobre la mesa de la celda, que conservaba la huella como prueba de la veracidad del suceso.

• No era la primera vez que el padre Bobola se manifestaba desde el otro mundo en circunstancias trágicas para Polonia. El 19 de abril de 1702, cuando la ciudad de Pinsk, en Lituania, se vio amenazada por un ataque de los cosacos, que tenían fama de ser despiadados con los católicos, el director del colegio de los jesuitas, preguntando en sus oraciones qué santo sería capaz de proteger el colegio, recibió la siguiente respuesta: "¿Buscas un poderoso protector de Dios? ¿Por qué no acude a mí? Soy el padre Andrés Bobola, asesinado por los cosacos en odio a la fe. Busquen mi cuerpo y yo protegeré el colegio".

• El superior hizo registrar la iglesia, pero durante dos días no se supo nada. El padre Bobola apareció entonces por segunda vez e indicó que yacía en una bóveda olvidada a la derecha del altar mayor. Después de cavar en el lugar indicado, descubrieron una tumba con cadáveres descompuestos y otra, libre de toda corrupción, cuyos ornamentos litúrgicos estaban podridos y se caían a polvo: la de Andrés Bobola.

• Los testigos observaron que, de acuerdo con lo dicho sobre las condiciones del largo y atroz martirio del padre Andrés, el cuerpo estaba cubierto de horribles heridas y mutilaciones diversas, lo que hacía aún más imposible su perfecta conservación.

• Para asombro de todos, al mover el cuerpo, las heridas empezaron a sangrar de nuevo; salió sangre roja y fresca, junto con un exquisito perfume que perfumó la iglesia. Tal y como había prometido el mártir, la ciudad escapó de los cosacos.

• Muchos años después, cuando los soviéticos se apoderaron de la región, una de sus primeras preocupaciones fue llevarse el cuerpo de San Andrés Bobola, canonizado en 1938 y declarado patrón de Polonia, prueba de que les molestaba, tanto por su protección de la patria como por el milagro que encarnaba, que incomodaba al régimen ateo. Transportados a Moscú, los restos fueron expuestos durante varios años en un museo concebido para burlarse de las creencias cristianas.

• Como prueba del interés de la Iglesia, el Vaticano inició negociaciones para recuperar las reliquias. Finalmente las obtuvo y las hizo transportar a Varsovia. Pío XII no habría hecho tanto si los milagros atribuidos a André Bobola fueran falsos.