Betania (Venezuela)
De 1976 a 1988
María Esperanza y Nuestra Señora Reconciliadora de todos los Pueblos
Intuitiva y espiritual, María Esperanza de Bianchini es una mujer venezolana del siglo XX. Una aparición de Santa Teresa le hizo comprender que su vocación era santificar el mundo siendo esposa y madre. María Esperanza, su marido y sus siete hijos vivían en una granja de Betania, en las afueras de Caracas. Las apariciones marianas que recibió entre 1976 y 1988 fueron reconocidas por la Iglesia. La Virgen María se apareció con el nombre de "Reconciliadora de todos los Pueblos" y fue vista en varias ocasiones por decenas de personas, además de María Esperanza.
Oratorio y estatua de la Virgen María en el santuario de Betania, en el lugar de la aparición. CC BY-SA 4.0/RodolfoBarboza
Razones para creer:
- Ninguno de los fenómenos extraordinarios que le ocurrieron a María Esperanza fue nunca criticado o cuestionado, ni por la jerarquía eclesiástica ni por los médicos. Sus carismas han sido atestiguados por muchas personas, tanto creyentes como agnósticas: profecías, visiones, lecturas del alma, fragancias misteriosas, levitaciones, curaciones y estigmatizaciones.
- La repentina recuperación de María Esperanza de una bronconeumonía a los doce años se sigue considerando inexplicable.
- Los mensajes proféticos que recibió en 1955 sobre su vocación de esposa y madre, y el encuentro con su futuro marido en Roma, se cumplieron.
- La investigación sobre las apariciones de Betania incluye 492 entrevistas y 283 declaraciones escritas. Las personas que habían visto a la Virgen pertenecían a todos los estratos sociales: estudiantes de Caracas, gente pobre de la región, policías, soldados, ingenieros, abogados o médicos...
- La vida conyugal de María Esperanza, ejemplar y fecunda, es un modelo de devoción. Su personalidad transparente y su abnegación material no dejan lugar a dudas sobre la excepcional profundidad de su fe y su contacto con Dios.
Resumen:
María Esperanza Medrano de Bianchini nació el 22 de noviembre de 1928 en Barrancas del Orinoco, estado de Monagas, Venezuela. Era una niña despierta, sensible, muy intuitiva y le encantaba ir a la catequesis. Sus padres le dieron una sólida y viva educación cristiana.
En 1940 cayó gravemente enferma. Los médicos le diagnosticaron una bronconeumonía, enfermedad grave en aquella época. Los especialistas le pronosticaron un futuro sombrío, y algunos un final rápido. Pero de repente se recuperó, y ninguno supo explicar por qué. Más tarde, la joven fue consciente de que el Cielo la había ayudado de forma directa.
La adolescente pensó en hacerse monja. Tentada durante un tiempo por la vida contemplativa, hizo un retiro de clausura en el monasterio franciscano de Mérida (Venezuela). Pero un día, mientras rezaba en la capilla, recibió un mensaje interior de Santa Teresa de Lisieux: "Esta no es tu vocación, no tienes que ser monja, sino que te abrirás camino como esposa y madre, y te santificarás y brillarás en medio del mundo". Santa Teresa la invitó entonces a ir a Roma, donde conocería a su futuro marido, que "llevaba la espada".
María Esperanza no lo entendió en aquel momento, pero el 1 de noviembrede 1955 fue a Roma, donde conoció, por casualidad y con todos los detalles dados por Santa Teresa, a un hombre que llevaba una espada: un soldado de la guardia presidencial. Al año siguiente se casaron en Roma. Tuvieron siete hijos.
El 25 de marzo de 1976, mientras caminaba cerca de una gruta en una colina no lejos de la casa familiar en la "Finca Betania" (una finca de 200 hectáreas), cerca de un manantial, vio a la Virgen "radiante de luz", que le dijo: "Hija mía, te he dado mi corazón, te lo doy y te lo daré siempre. Yo soy tu refugio", y luego: "Yo soy la reconciliadora de todos los pueblos ". Este fue el comienzo de un ciclo de apariciones excepcionales, cuyos frutos espirituales y humanos ya no se pueden contar, de tan numerosos que son.
Estas apariciones, que tuvieron lugar a lo largo de una docena de años, tenían una característica increíble: la Virgen se aparecía no sólo a María Esperanza, sino también a decenas de personas, durante cinco a diez minutos cada vez. No todos estos videntes son católicos ejemplares, ¡ni mucho menos! Entre ellos hay estudiantes de Caracas, gente pobre de la región, policías, soldados, ingenieros, abogados, médicos y psicólogos... La aparición aparece con una luz magnífica y va acompañada de un inexplicable olor a rosas.
Sin embargo, la vida de la clarividente continuó como de costumbre: esposa abnegada, excelente ama de casa y madre siempre atenta: nada la distraía de sus deberes humanos. Al mismo tiempo, los fenómenos extraordinarios se multiplicaban con el paso de las semanas, sin perturbar nunca sus obligaciones: visiones, estigmatizaciones temporales, levitaciones, lecturas del alma, profecías, el don de curar... tantos carismas ofrecidos a una humilde laica en pleno siglo XX.
En 1979, María Esperanza y su marido crearon la Fundación Betania para ayudar a los pobres y enfermos. Hoy cuenta con una veintena de centros en todo el mundo. En ningún momento esta estructura ha sido cuestionada por nadie.
El obispo de la diócesis de Los Teques, monseñor Pío Bello Ricardo, jesuita y doctor en psicología, realizó su propia investigación sobre los hechos. El prelado entrevistó personalmente a 492 personas, recopiló un vasto expediente de 283 declaraciones escritas y mantuvo informado al Papa Juan Pablo II. Su nota pastoral del 21 de noviembre de 1987 reconoció la autenticidad y el origen sobrenatural de las apariciones a María Esperanza.
Se construyó una iglesia en honor de Nuestra Señora Reconciliadora de todos los Pueblos, con un centro de acogida y una zona de asistencia y atención a los peregrinos. En los años 80 se registraron numerosas curaciones: la desaparición de un cáncer de riñón avanzado y la curación repentina de dos úlceras duodenales; la desaparición inexplicable de un mioma ovárico antes de la operación, que se consideraba vital; la curación de una micosis vaginal que había resistido a todo tratamiento, etc.
María Esperanza, que falleció en Estados Unidos el 7 de agosto de 2004 y fue enterrada en su país natal, fue proclamada Sierva de Dios por la Iglesia.
Más allá de las razones para creer:
Los frutos de la caridad, la paz y la reconciliación de María Esperanza se extienden ahora por todo el planeta, sin distinción social, religiosa o cultural.
Ir más lejos:
René Laurentin, "Betania", en René Laurentin y Patrick Sbalchiero, Dictionnaire des apparitions de la Vierge Marie, París, Fayard, 2007, pp. 1054-1057.