Duda de la Providencia: Dios le envía siete estrellas para iluminar su camino

El 1 de abril de 1132 muere Hugo de Châteauneuf, obispo de Grenoble. Sin embargo, en 1086, aplastado por la tarea que había desempeñado durante seis años, y convencido de su inutilidad, huyó para refugiarse en el monasterio de La Chaise-Dieu, donde el papa Gregorio VII había enviado a buscarle, ordenándole que volviera a su puesto. Hugues obedeció, pero su regreso no resolvió ninguna de las dificultades que le habían atormentado. Peor aún, desde su ordenación sacerdotal, experimentaba dudas tan violentas sobre la bondad divina y la acción de la Providencia en este mundo que sentía constantemente la tentación de blasfemar y tenía que contenerse para no hacerlo. Solo, angustiado, enfrentado a demasiados problemas, no estaba lejos de la desesperación cuando, una noche, sueña que camina por las montañas del Dauphiné, escoltado por siete estrellas brillantes...

Razones para creer:

• La vida de San Hugo de Grenoble fue escrita poco después de su muerte por uno de sus amigos y colaboradores más cercanos, Guigues, segundo abad de la Grande Chartreuse y sucesor de San Bruno. Se trata, pues, de un documento de primera mano, redactado en el marco del proceso de canonización del obispo, y extremadamente serio.

• No hay ningún contenido maravilloso, aparte de mencionar los milagros post-mortem que se produjeron en su tumba. El hecho de que Guigues aborde las dudas y angustias metafísicas de Hugo demuestra que es un biógrafo honesto y escrupuloso, y que fue su confidente, conocedor de sus pensamientos más íntimos. Es un testigo muy fiable.

• La muy rápida canonización del obispo, dos años después de su muerte, se produjo en un momento de reforma de la Iglesia, reforma en la que Hugo había participado. Esta voluntad de restaurar la moral eclesiástica y la santidad de la Iglesia, plagada de graves abusos y numerosos escándalos, garantizaba la seriedad de las informaciones recogidas sobre los hechos y las acciones del difunto, así como las gracias y los prodigios que había recibido.

• Hugo era escrupuloso, convencido de que no estaba a la altura de las circunstancias, e intelectualmente honesto. Si relató el sueño de las siete estrellas fue porque le había impresionado profundamente y porque se había hecho realidad, en la medida en que anunciaba simbólicamente la llegada de Bruno y sus compañeros a Grenoble. No tenía ninguna razón para inventárselo.

• Por supuesto, Hugo conocía a Bruno Von Hautenfaust desde hacía mucho tiempo, ya que éste había sido en otro tiempo su profesor en la Universidad de Reims, pero la relación entre el pobre estudiante y este eminente académico había sido entonces prácticamente inexistente y Bruno, cuando buscaba un refugio de montaña en el que fundar su orden religiosa, había olvidado a Hugo de Châteauneuf, y no sabía que se había convertido en obispo de Grenoble.

• Así pues, la Divina Providencia reunió al profesor expulsado de su púlpito, hastiado del mundo, y a su antiguo alumno, en busca de apoyo espiritual y dudando de que Dios dirija amorosamente los acontecimientos de este mundo y se preocupe por las dificultades humanas. Su reencuentro es la solución a sus desgracias, que ambos han estado pidiendo a Dios.

• El sueño de Hugo es muy sencillo: camina por las montañas, hacia un lugar llamado "La Chartreuse", donde le gusta refugiarse y rezar. El único aspecto desconcertante de este sueño es que el obispo se ve caminando de noche, trazando el camino con siete estrellas muy brillantes, que él guía, pero que le iluminan el camino en la oscuridad.

• Cuando, a la mañana siguiente, Bruno, escoltado por sus seis hermanos, aparece en su puerta y le explica sus planes -la búsqueda de un lugar muy aislado para fundar un monasterio en la mayor soledad- Hugo, al reconocerlo, no duda ni un instante de que los futuros cartujos son las estrellas que ha visto en sueños, y así los lleva al lugar designado por Dios.

• El éxito de la fundación cartujana, a pesar del extremo rigor de la regla deseada por Bruno y de la marcha definitiva de éste a Italia, así como de la destrucción de los primeros edificios en una avalancha que mató a varios hermanos, demuestra que la asociación de Hugues y Bruno en esta obra común fue querida por Dios.